LA
C. N. T. no está ya en él poder, pero, hecho de fundamental importancia,
continua siendo la fuerza. El 4 de mayo tenía la superioridad militar y todavía la
conserva. Esto significa que es la fuerza.
Y
esto lo saben y lo comprenden todos; tanto los individuos
particularmente como el gobierno.
Observad,
en efecto, a los transeúntes, No llevan más el distintivo rojinegro, de acuerdo; pero
tampoco llevan el rojo. Si bien el rojinegro antes de las jornadas de mayo estaba muy
difundido, se veía también mucho el rojo, en especial en los barrios centrales. Ahora,
el uno y el otro han desaparecido. No se osa enarbolar el color del vencedor más que el
del vencido. ¿Por qué? Pues, porque se siente que el vencido es todavía fuerte, el más
fuerte. O tal vez porque las simpatías están siempre con el vencido. Observad el diario
que el transeúnte lleva en las manos por la mañana; la enorme mayoría lee "Solidaridad
Obrera" el diario confederal.
Lo
que siente el individuo en particular, lo siente también el gobierno.
La
pérdida del poder ha significado para la C. N. T. la pérdida. de funciones importantísimas
con respecto a lo que, en esencia, es el poder : la función policial. Ha perdido el
control de las fronteras en la región de Puigcerdá, que ejerció hasta entonces casi
exclusivamente. El control en las calles se ha vuelto extremadamente difícil y aún
imposible a los comités obreros; en el ministerio de Orden Público de la Generalidad, la
C. N. T. no tiene ya ni un solo representante; no obstante esto, el gobierno no se ha
atrevido todavía —hasta el momento en que escribo— tocar el organismo más importante
de la policía obrera: las "patrullas de control" de Barcelona.
Las
patrullas de control son un cuerpo de policía creado por la clase obrera al día
siguiente del 19 de julio, para ocupar el lugar de la policía del Estado, que había
desaparecido casi completamente. De inmediato estas "patrullas" fueron legalizadas
mediante la incorporación a la policía del Estado, pero se trata de una incorporación
puramente formal; las patrullas continúan siendo una policía obrera. funcionando de
hecho bajo el control exclusivo de la C. N. T., o, más exactamente, de la F. A. I.
Para
comprender con exactitud de que naturaleza es la fuerza y cuánta la potencialidad que
ellas representan, nada mejor que haber asistido a uno de sus desfiles, cierto domingo de
febrero, en ocasión de una manifestación organizada contra la C. N. T.
Esta,
con el sentido de oportunidad de que tantas veces ha dado pruebas, transformó dicha
manifestación en una demostración propia. Se trataba de una parada "militar": y
bien, la representación de las patrullas de control, precedida por una enorme bandera
negra, desfiló en orden, pero afectando no marcar el paso, y llevando "como un mango de
escoba"—que diría un sargento del ejército francés— la formidable ametralladora.
El contraste era sintomático con la guardia de Asalto y nacional que la seguían
marchando al paso, golpeándose el pecho con un gesto estúpido, provistos de largos
fusiles que las ametralladoras de las patrullas habrían vencido con suma facilidad en un
combate callejero.
Lo
primero que hubiera hecho un Estado fuerte, después delas jornadas de mayo, hubiera sido
desarmar y
disolver (8) las patrullas de control. Es
verdad que se ha hablado insistentemente de hacerlo; los stalinistas lo han pedido a toda
voz, pero hasta ahora el gobierno sólo se atreve a tratar con la F. A. I. sobre ese
particular.
(8)
En
verdad, por decreto, las patrullas de control están disueltas desde fines de marzo, pero
sólo por decreto. Señalamos a este respecto el error que se comete cuando se juzga la
política de la C. N. T. en base a lo que sus representantes aceptan o han aceptado
subscribir, y también en base a los artículos de "Soli".
En
marzo, los representantes de la C. N. T. en el gobierno de la Generalidad aceptaron la
disolución de las patrullas de control, pero la ejecución de este decreto estaba
subordinada a la formación de un nuevo cuerpo de policía, que no se ha constituído
nunca porque la C. N. T. exigía para su formación las mismas garantías que tenía para
las patrullas de control.
Del
mismo modo, cuando la amenaza italiana en Guadalajara, "Soli" reclamaba
insistentemente el envío de todas las armas al frente. No se trataba, se entiende, de
desarmar a los sindicatos, sino de obtener, mediante la entrega de parte de éstos de
algunos centenares de fusiles —cosa de nada—el envío al frente de los guardias
nacionales y de Asalto.