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EL FUTURO.

 

A PESAR de su triunfo de mayo, la burguesía ha sido impotente para suprimir de un golpe lo que, persistiendo, implica su propia condena a muerte: la colectivización. No puede hacer más que demostrar su disgusto y murmurar.

Este murmurar es por ahora insignificante ¿pero lo será siempre?

Todo depende de quien conserve la fuerza. Si hay un punto sobre el cual Marx tenía cien veces razón contra Marx, es precisamente este: que sin el poder político, sin la fuerza, la fuerza bruta, la fuerza militar, ninguna conquista económica se puede realizar ni mantener.

Por muy arraigado que esté hasta ahora el sistema de las colectivizaciones en la vida obrera y campesina de Cataluña y Aragón, dicho sistema será destruido en un abrir y cerrar de ojos el día en que la C. N. T. no posea ya la fuerza. La única razón por la cual no se ha osado todavía ponerle las manos encima radica en que el 4 de mayo la C. N. T. demostró su fuerza. Apenas desaparezca esta fuerza la colectivización desaparecerá también.

Ahora bien, la cuestión de si la C. N. T. logrará conservar su fuerza —que es la cuestión fundamental en la encrucijada actual de la revolución española— se reduce a esto: ¿conservará sus armas la C. N. T.?


 

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