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CAPITULO XII

 

LA CAMPAÑA EN ARAGON

 

Constituído el nuevo Gobierno de la República, se nota inmediatamente en Cataluña el peso de su actuación.

En el aspecto militar, su primera medida es disponer la disolución de la Consejería de Defensa de la Generalidad de Cataluña y nombrar un jefe supremo para el mando de todas las Fuerzas que dependían de la mencionada Consejería. Recae nombramiento en el general de Caballería, Don Sebastián Pozas.

Este, al tomar posesión de su cargo, convocó a la mayor parte de jefes de grandes Unidades en su despacho y les pidió un detallado informe sobré el estado de las fuerzas al mando de cada uno de ellos, situación del frente, de las posiciones, etc. Estos informes, fueron dados al menos yo así lo hice, por mi parte con toda amplitud hasta los mínimos detalles.

La impresión que me causo el general -la primera vez que estuve en su despacho -fue que se trataba de un hombre portador de instrucciones concretas del Gobierno sobre las Fuerzas del frente de Aragón, que no -estaban controladas por el Partido Comunista. Y esta impresión se confirmó cuando, muy seria mente me indicó que iba a dejarme leer un documento, documento que rompió una vez me enteré de su contenido. En se decía que yo, de acuerdo con algunos elementos anarquistas, estaba preparando un atentado contra su persona.

Desde luego, la maniobra era bien clara. Se trataba de indisponer con el nuevo jefe, a los elementos que desempeñaban mandos y que se decía no estarían dispuestos a servir de juguete ni de instrumento ciego, a un Partido determinado. En el transcurso del tiempo, pudo observar personalmente el general Pozas, que las fuerzas que operaban en Aragón, con sas jefes a la cabeza, eran del todo adictas al régimen republicano y dispuestas a llegar al máximo del sacrificio para el triunfo de la causa del pueblo.

Las destituciones que se pretendían y que no se lograron, en las fuerzas de formación libertaria, que representaban la inmensa mayoría de los combatientes de Cataluña y Aragón, se intentaron y consiguieron en la División en que predominaba el P.O.U.M.

Ya se ha dicho anteriormente, que una Division comunista, la número 29, estaba formada a base de soldados y mandos, controlados por el Partido Obrero de Unificación Marxista , al cual el Gobierno —el Partido— había declarado la guerra a muerte.

La ofensiva del Partido Comunista contra las fuerzas del P.O.U.M. contra los soldados de la 29 División, que estaban en el frente, fue un hecho inmediato.

Al ser llamado el jefe de la 29 División, Rovira, a la reunion que se tuvo junto con los demás jefes de División, se procedió a su detención y puesto a disposición de no sabemos quien. Igualmente, se encarceló al Delegado Político de la Division 29, Jorge Arquer y algunos otros mandos, ordenándose seguidamente la disolución de la 29 División y el encuadramiento de todos los hombres que la componían disgregados, en otras Unidades del frente.

Se puso esta orden en práctica, de forma tan burda, que contribuyó tal medida a que no pocos soldados de la 29 División, desertaran de sus filas y se refugiarán los unos en Divisiones del frente y los otros a retaguardia.

Más tarde, las escasas fuerzas de la División disuelta, fueron encuadradas en otras Divisiones del Ejército Popular a donde llegó incluso la persecucion de los elementos del P.O.U.M., realizada por el organismo antipopular, S.I.M. los cargos principales del cual eran desempeñados por los incondicionales del Partido Comunista.

Se emprendió también por el Gobierno Negrín, una política partidista tan manifiesta, y debido a sus compromisos con el Partido Comunista, que obliga a que el ambiente se enrarezca más, y más, y que reine una completa indiferencia entre los elementos que no están sometidos, incondicionalmente, los agentes de Moscú.

El gobierno Largo Caballero, que había estado formado en colaboración con las organizaciones sindicales y partidos políticos, consiguió mucho en el sentido de organización militar, aunque, en el aspecto práctico, Largo Caballero (también ministro de la Guerra) fue un tanto sectario, al apreciar de una forma parcial, el problema del frente de Aragón. Es más, en diferentes ocasiones, en el seno mismo del Gobierno, varios ministros —que tenían un criterio amplio de las cuestiones de la guerra— hicieron notar a Largo Caballero, que era necesario fijar la vista en el frente de Aragón. Que suspendida momentáneamente por el enemigo, la actividad en Madrid, se podrían enviar armas y municiones a Aragón para subvenir a las necesidades de dicho frente y emprender rápidamente una fuerte acción de guerra, que podría culminar con la caída de Zaragoza y de Logroño consiguiéndose así, indudablemente, desbancar al enemigo en el Norte, donde estaba interesadísimo en conseguir dominarlo plenamente.

Largo Caballero, que desde el Ministerio de la Guerra, actuó dictatorialmente, no quiso hacer caso. No dio armas ni municiones a las Divisiones de solera libertaria, porque temía no sabemos a qué.

No podía ignorar el interés que existía, por parte de todos, en animar el frente aragonés, que desde hacía meses estaba completamente inmovilizado. Era meter una cuña en las propias entrañas del campo enemigo, si por ellí se obtenía un triunfo. Para nadie era un secreto, el sentido liberal de Aragón y Rioja. Estas regiones, siempre habían sido adictas a la causa republicana y en caso de una ofensiva a fondo por aquellas tierras, se hubiera puesto en un verdadero aprieto a los sublevados.

No se hizo nada de esto. Las consecuencias han venido a dar razón a los hombres que creíamos que el punto neurálgico de la guerra española, radicaba en el frente de Aragón. Y que en el mismo un día u otro, tendría que determinarse, en forma categórica el resultado de la guerra española. 

El Gobierno presidido por Negrín, que por encima de las cuestiones de la guerra, se preocupaba más de los asuntos civiles y de partido, después de perdido Bilbao para la República, viendo que el problema del Norte no tenía ya solución, puso su vista en Aragón. Pero no en el Aragón de las trincheras. No en el Aragón que estaba en el frente, sino en el Aragón de las colectividades, del trabajo, de la prosperidad.

El Consejo de Aragón —que era una especie de equivalente al Gobierno de la Generalidad de Cataluña, dentro de las tierras aragonesas— se había preocupado intensamente, del problema del campo. Había dado grandes facilidades a los campesinos aragoneses, para que pudieran formar colectividades de trabajadores las cuales, sin cargas fiscales ni impuestos draconianos, se desarrollaban prósperamente. Facilitaban a los frentes, grandes cantidades de víveres y un apoyo en general que contribuía en mucho a que las fuerzas que operaban en Aragón, se encontraran en condiciones verdaderamente superiores —en la cuestión de intendencia— a las de los demás frentes. Es más, Aragón por medio de su Consejo, organizó en diversas ocasiones, caravanas de camiones cargados de víveres de todas clases, que fueron enviados a Madrid. Esto solo demuestra que en Aragón existía abundancia de elementos y mucha buena voluntad del campesinado para apoyar incondicionalmente a la República y a su Gobierno Autónomo.

Como dijo Don Quijote: con la iglesia hemos topado Sancho.

El Consejo de Aragón, con sus aciertos y con sus errores, funcionaba normalmente. Pero tenía, a los ojos de alguien, un gran defecto. No tenían representantes en su seno, los comunistas. Y no porque los que lo componían no los quisieran, sino porque los comunistas, pretendían acaparar la mayor parte de los puestos del Consejo, para poder mangonearlo todo a su antojo.

En este plan de hostilidad al Consejo, participó también la Generalidad de Cataluña, la cual pretendía por mediación de los elementos militares de la Esquerra Republicana de Cataluña, que operaban en la parte sur de Aragón (La Columna Maciá-Companys, más tarde 30 División) crear dificultades a los campesinos aragoneses y a sus colectividades. La consigna de los "factums" de la Generalidad fue, sin duda, la de monopolizar ellos solos la condición de Gobierno autónomo y desprestigiar a los que quizás con menos experiencia política, pero con una fe muy superior, habían conseguido formar un Gobierno en Aragón, que no tenía otro afán que velar por la grandeza y bienestar de su pueblo, de los campesinos, y que lograba aportar a los frentes de lucha, un incomparable esfuerzo.

En secreto, por parte del Gobierno de la República, se había decretado el exterminio de las Colectividades Aragonesas y, por tanto, la disolución de su Consejo. Pero esto, solo se podía conseguir por la violencia. Los campesinos, constituídos en colectividades, estaban todos al lado del Consejo. No hubiera sido factible la disolución de este organismo, sin antes minar bien sus fundamentos, que no eran otros que las propia colectividades y a los organismos de defensa, los mantenedores del orden público, que poco a poco iba formando el Consejo.

Existían en el Ejército —y repetimos lo dicho en otras ocasiones— grandes Unidades, favoritas del partido predominante. Era de esperar que estas, un día u otro, durante o después de la guerra, serían utilizadas para defender intereses particulares de unos "señores".

Estos intereses, estaban concentrados todos en la destrucción de la obra realizada en Aragón. Y es escogida para esta labor, la 11 División, armada con las mejores armas existentes en España, equipada magníficamente y férreamente disciplinada.

La 11 División, invade Aragón. Los soldados que estaban en el frente, en aquel frente tanto tiempo inactivo, por decisión de los gobernantes, nos enteramos que una División, llamada de maniobra, había llegado precedente del frente de Madrid y que, conjuntamente con otras fuerzas, que estaban a punto de llegar, iba a emprender una acción de verdadera envergadura en el frente de Aragón, al parecer por la parte Sur-Ebro, combinada con otra por el eje Lérida-Zaragoza.

Llega a Caspe la División de "maniobras". Y se prepara allí para hacer frente al enemigo. Por un hecho insólito, por nadie esperando, se sucede en aquella ciudad aragonesa. La 11 División, la que había venido, según se decía, a bartise contra el enemigo, para actuar contra los fascistas, contra los militares sublevados, asalta los centros oficiales de Caspe. Detiene a la mayor parte de sus funcionarios. Disuelve de hecho y por la fuerza, el Consejo de Aragón. Toma medidas rigurosas en todos los pueblos, atacados a fondo las colectividades de campesinos. A estos, se les despoja de todo lo que tienen, de los animales de trabajo, víveres, aperos, locales. Se inicia a la par, una fuerte represión y persecución de los miembros de dichas Colectividades y de todos los que, de cerca o de lejos, habían mantenido buenas relaciones con los miembros del Consejo de Aragón.

¡Las fuerzas de "maniobra", los hombres de Líster, la 11 División, conquistan Caspe e infinidad de pueblos de Aragón que no habían sido nunca perdidos para la República...! Una página vergonzosa en la historia de la guerra española.

Después de este hecho, es cuando el Gobierno presidido por el Dr. Negrín —que hasta entonces no había podido encontrar motivos para la disolución del Consejo de Aragón— decreta la disolución del mismo, disolución que ya por la fuerza, sus enviados, habían realizado anteriormente. Y ordena el encarcelamiento de todos sus componentes.  

Así demostraron las fuerzas de "maniobra" de Negrín, que sabían maniobrar perfectamente, pero no ante el enemigo, ante el fascismo, sino ante los productores, los antifascistas de corazón.

Como la situación de violencia, por parte de las fuerzas militares, contra la población civil, no podía prolongarse, ya que hubiera acarreado sin duda funestas consecuencias, busca Negrín y logra encontrarlo, el "testaferro" que necesitaba para completar su obra destructiva, la empezada ya por las Divisiones de "maniobra". Encuentra la persona que busca. Una de "prestigio" y de "confianza". Un "señorito". Don José Ignacio Mantecón, perteneciente a una pudiente familia de Zaragoza, compuesta toda por fascistas declarados. Y él, solo por hacer la contra a su familia y nada más que por eso, se hizo republicano, socialista, comunista o alguna otra cosa por el estilo, que le sirviera para demostrar su "antifascismo".  

Este personajillo, manejado habilmente por el Partido Comunista, fue el encargado de liquidar las Colectividades de Aragón en forma definitiva. Se le nombró Gobernador General de Aragón, para hacer esta única labor. ¡Supieron escojer el elemento! Persiguió encarnizadamente a los verdaderos antifascistas y revolucionarios, de los que se decían que, en los primeros días, habían actuado en la forma que se plantearon los hechos en España, o sea con extremada violencia. Se desenterraron muertos y se cargaron a ciudadanos de conducta intachable. Suponiendo —que ya es mucho suponer— que algunos de estos hombres perseguidos, hubiera tenido participación en algún hecho de violencia, cometido contra el fascismo, en los días de Julio de 1936, no era precisamente el Gobierno de la República, ni su enviado especial Mantecón, el que debía sancionar estos casos. Existían unos Tribunales de Justicia, que hubieran podido juzgar alguna extralimitación, caso que existiera, que lo dudo. Pero no era forma el perseguir, con más saña que la que hubiera podido emplear quizas los fascistas, en el momento de su triunfo, a unos hombres que todo lo daban para la defensa de la causa republicana.

Y vemos así como Mantecón, desde Caspe, persigue, encarcela y disuelve todas las colectividades existentes en el Aragón liberado. Los hombres que estuvieron en las cárceles aragonesas, principalmente en la de Caspe, no podrían hablar elocuentemente de los meses y meses que pasaron allí, detenidos "gubernativamente", sin pasar nunca a depender de la única autoridad que hubiera podido juzgarles: la de los Tribunales de Justicia.

Tenía que justificar el Gobierno, el desplazamiento de las fuerzas de maniobra hacia Aragón. Las iniquidades y atropellos cometidas por las mismas contra el campesinado aragonés, no tenían excusa si permanecían allí inactivas. Y, se planea operación de envergadura en el frente aragonés, como contra partida a todo lo ocurrido.

Era necesario que aquellas fuerzas se cubrieran de gloria para hacer olvidar el mal hecho. Se prescinde por esto, de todos los hombres que desde hacía meses guarnecían el frente de Aragón. Otros, sin conocimientos del terreno pero mimados del Partido Comunista, fueron los escogidos para las operaciones.

Se acumulan fuerzas y material bélico, en cantidades gigantescas, nunca vistas en aquél frente. Se prepara la gran ofensiva. Se establece en Bujaraloz, el Cuartel General del mando de la operación, en el mismo local donde estaba instalado el mando de la 26 División, de mi División. Llega el general Pozas, con su Estado Mayor. Se encuentra también allí el jefe del Estado Mayor Central, Don Vicente Rojo. Este hecho de utilizar el mismo local que nosotros, nos permite vivir de cerca los planes y el desarrollo minucioso de las operaciones sobre Belchite y Zaragoza del mes de Agosto de 1937.

La ofensiva en sí, bien estudiada y planeada, comprendía tres ejes de ataques. La Columna del ala izquierda, al mando de Líster, debía partir de Azaila, para caer sobre Belchite, Puebla de Albortón y de allí en dirección a Zaragoza. La del Centro operaría partiendo de Pina, sobre Quinto, Fuentes, Alfajarín y Zaragoza. Y la del ala derecha, al mando del internacional Kleber desde Farlete sobre Leciñena y Perdiguera, para cortar el acceso a Zaragoza por las inmediaciones de Villamayor del, Gállego, y la 27 División por Zuera y cuenca del Gálleco. Operaba también una Columna de apoyo, compuesta por la 28 División al mando de Jover, cuya misión consistía en cortar las vías de comunicación de Zaragoza con Huesca y Jaca, para facilitar así el ataque a la capital aragonesa.  

La operación, estaba muy bien planeada. Se tuvo empero el error inicial de prescindir, en principio de los mandos y fuerzas que ocupaban posiciones del frente de Aragón, por donde se pretendía el avance. Excuso decir, además el mal efecto que causó esta medida en aquél frente, deseoso de intervenir en la operación. Eran fuerzas conocedoras del terreno y de los pasos obligados. Es muy posible que, de haberse contado con ellas, otro resultado final hubiera tenido la operación.

Empiezan las operaciones. El propio ministro de Defensa Nacional (en aquel entonces, D. Indalecio Prieto) se presenta en el Cuartel General de Bujaraloz, dispuesto a intervenir de forma más o menos directa, en las operaciones. Se establece otro puesto de mando avanzado, en un punto denominado "La Atalaya" que por su situación geográfica, permite contemplar con perfecta claridad, la mayor parte del teatro de operaciones. Allí permanece el ministro noche y día. Se instalan allí también el jefe del Estado Mayor Central y el general Pozas, con sus EE. MM. Sobre dicho general recae el mando supremo de todas las fuerzas.  

La operación, principia con gran éxito. Se rompe el frente enemigo en una extensión superior a cuarenta Kilometros. Las fuerzas que operaban en la parte Sur —que es la más separada de Zaragoza— sin encontrar apenas resistencia a su paso, rebasan Belchite, dejando este pueblo completamente cercado, con sus defensores dentro. Se dirígen hacia Quinto. Mientras tanto, las de la parte central, apoyadas por la 120 Brigada Mixta de la 26 División, consiguen vadear el río Ebro, con un efectivo de hombres de unos tres Batallones, y toman la estación de Pina de Ebro, la Ermita del Bonastre (fuerte posición del enemigo, verdadera fortaleza en la que habían emplazadas dos piezas de artillería) logrando copar la población de Quinto y poco después, en dura batalla, se apoderan del pueblo, haciendo numerosos prisioneros (entre los prisioneros figura precisamente un oficial del Ejército de Franco, que resultó ser hermano del Gobernador General de Aragón. Mantecón, el cual al enterarse, precipitadamente se trasladó a Bujaraloz, para ver de liberar a su hermano, lo que consiguió tiempo después e incluso pudimos apreciar como, por arte de magía y no sabemos debido a qué, el mencionado oficial prisionero, pasaba a ser teniente del Ejército Popular de la República Española. Un fascista, con mando en nuestro Ejército ...) Y continua el avance de nuestras fuerzas hacia Fuentes, donde se detiene la Columna que maniobra, por motivos completamente desconocidos e inexplicables para nosotros.

La Columna de internacionales, que manda Kleber, se infiltra partiendo de Farlete y Montes de Alfajarín, en dirección a Villamayor del Gallego, población que se dice en el puesto de mando, ha sido conquistada. Pero luego resulta no ser cierta la noticia. Lo que había ocurrido era que, algunas de las fuerzas infiltradas, desconocedoras del terreno y sin los guías precisos —el terreno visto en el plano y en la realidad, difiere muchas veces grandemente— que hubieran obtenido si lo deseaban, de las fuerzas de la 119 Brigada mixta que guarnecían aquél sector, se habían perdido entre los intrincados montes de Alfajarín, dando como consecuencia que, desorientados, no habían sabido retornar a su punto de partida unificados, haciendolo por grupos y aún estos muy escasos.

Las Columnas de apoyo, en la parte Norte, habían alcanzado un progreso mucho mayor que las fuerzas de maniobra de Kleber. Pasaron cerca de San Mateo del Gállego y de Zuera, consiguiendo ocupar Pilatos Alto y desde allí dominar las vías de comunicación que unen Zaragoza con Jaca y Huesca, evitando así la circulación por carretera y por ferrocarril. Estas fuerzas, que tenían solamente que servir de apoyo de flanco a las de los internacionales, se encontraron en situción determinante, ante el fracaso rotundo de las de maniobra, no teniendo más remedio que retirarse poco después, ya que corrían el riesgo de ser fuertemente atacadas por el enemigo, que no tenía otras fuerzas que combatir a su alrededor y que hubiera podido fácilmente cortarles la retirada, si continuaban estacionadas en las mismas puertas de Zuerra.

Limpiados los últimos focos enemigos, conquistado plenamente Belchite en la parte Sur-Ebro, y dándose ya por fracasada la operación sobre Zaragoza ante el fallo de la columna operante en el ala derecha, el Estado Mayor de nuestro Ejército, planeó un ataque frontal sobre Fuentes de Ebro. Pero el mando enemigo había conseguido, debido a la proximidad de Zaragoza y al restablecimiento de las comunicaciones con Jaca y Huesca, concentrar en Fuentes grandes contingentes de fuerzas y material de guerra, que constituyen un verdadero muro de contención, que logra hacer fracasar dicha ofensiva, a pesar de emplearse en la misma infinidad de tanques y de aviones.

El fracaso de esta operación, debido al fallo del ala derecha, a pesar de lo cual, en el primer momento, se pudo explotar los éxitos obtenidos, llegándose incluso a tomar Zaragoza (después se supo que el Estado Mayor faccioso, considerando inminente la caída en poder de los republicanos de la capital de Aragón había ordenado la rápida evacuación de la misma) si las fuerzas favoritas del Gobierno, que vinieron a operar, no se hubiesen presentado en plan de conquistadores y de únicos luchadores, despreciando, además, el valioso concurso que les hubieran podido prestar los hombres que guarnecían las posiciones, los cuales, empezando por los mandos, fueron relegados a segundo término. Esto, a nuestro entender, fue un desacierto de capital importancia, cometido ya desde el principio, por parte de los que habían planeado una ofensiva que pudo dar excelentes resultados.

Terminó la ofensiva. El balance, no pudo ser muy halagueño a pesar de la cantidad de elementos empleados. Se liberaron dos pueblos: Quinto y Bolchite. Y nada más,


 

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