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CAPITULO XVII

 

NEGRIN DICTADOR

 

No obstante todas las dificultades existentes en los frentes, hay que convenir que las desigualdades en todos los órdenes, eran mucho más superiores en retaguardia. La parcialidad por parte del Gobierno presidio por el Dr. Negrín en el sentido de atender a las necesidades generales de los ciudadanos españoles, se mostraba de una forma irritante.

Según las apariencias, Negrín gobernaba de acuerdo con todos los partidos políticos y organizaciones sindicales. Pero en realidad, la actuación del Presidente del Consejo de Ministros y ministro de Defensa Nacional, era la de un verdadero dictador.

Así, vemos como va creciendo cada día más, el número de fuerzas de Carabineros, que constituyen la guardia petroriana de Negrín. Igual sucede con los Guardias de Asalto.

El Gobierno, moviliza reemplazos y más reemplazos, para atender las necesidades del frente, mientras se puede contemplar claramente, de forma que hiere los sentimientos más íntimos de todos el pueblo, como jóvenes y robustos muchachos —comprendidos dentro de los reemplazos movilizados— por tener una influencia, un carnet o no sabemos qué, son admitidos en el Cuerpo de Carabineros o de Asalto y se pasean tranquilamente por las calles de las ciudades.

Por si estos fuera poco, se mima y atiende más a estas fuerzas que a las propias que luchan en las trincheras.

En el frente, empieza a notarse la falta de vestuario y de ropa de abrigo. No se come allí tampoco —sin que falte el normal suministro— lo suficiente. En la retaguardia, el pueblo pasa hambre. No hay comida o no se reparte la misma con arreglo a las necesidades. Pero hay excepciones. Y una de ellas, son los componentes de los cuerpos uniformados. Los "aguerridos" y "valerosos" Carabineros y Guardias de Asalto. Estos visten bien, lucen magníficos equipos. Comen abundantemente y por si este fuera poco aún, pueden facilitar víveres a sus familiares.

A los ojos de todo el pueblo, este trato de favor resulta odioso. Los obreros, las mujeres, los inválidos de guerra, los ancianos y en fin todo el pueblo que sufre y pasa calamidades, todo ese pueblo que tiene algún familiar en el frente, el esposo, el hijo o el hermano, no puede permanecer indiferente, contemplando a estos privilegiados.

Es cierto que en el Gobierno estaban representados todos los partidos políticos y las organizaciones sindicales. Pero esto, no dificultaba al Presidente Negrín, para hacer lo que mejor le pareciera. Cuantos proyectos presentaba a la aprobación de los ministros, los mantenía y no admitía las disconformidades. Tenía que ponerse en ejecución lo que él determinaba.

En el Consejo de Ministros, como en el seno del Consejo Superior de Guerra, se discutía ya por pura fórmula. Se tenía que acatar la voluntad personal de Negrín, que no era otra que la voluntad del partido que les aconsejaba u ordenaba: el Partido Comunista de España.

Los ministros estuvieron resueltos en muchas ocasiones a no dejar pasar ciertos proyectos partidistas de Negrín. Este, cuando encontraba alguna resistencia por parte de sus compañeros de Ministro, se limitaba a amenazar con plantear la crisis, lo que hubiera creado un problema de cambio de Ministerio, que en realidad no convenía a nadie que se hiciera. Los momentos de la guerra intensa que se vivían, no eran precisamente los más indicados para el planteamiento de una crisis que traería muchas consecuencias, como más tarde sucedió.

Citaremos algunos casos, para que sirvan de guión a nuestros lectores y puedan constatar que no enjuiciamos en esta forma la conducta del Presidente Negrín, por no participar de su criterio político, sino porque, fundamentalmente, es necesario decir las cosas tal como sucedieron, durante el tiempo que duró la guerra española.

De todos es conocido el hecho ocurrido cuando la retirada de los voluntarios internacionales, que luchaban al lado del Ejército de la República Española. Se trasladó Negrín a Ginebra, para representar a España, en una reunión de la Sociedad de las Naciones. Allí, con su acostumbrada audacia, sin contar con la conformidad del resto del Gobierno, sin que nadie sospeche que va a tratar este asunto, en el discurso que pronuncia, anuncia formalmente que el Gobierno de la República ha decidido retirar a todos los voluntarios extranjeros, lo que hace más tarde, con el verdadero asombro de los ministros, los cuales es de suponer que en su mayoría, no participaban del criterio del Presidente ya que conocían la situación crítica en que se encontraba el Ejército del Ebro — donde se encuadraban la mayoría de internacionales— y suponían que con esta medida, se complicaría aún mas la situación de dicho frente. Se tuvo que ceder ante la audacia. No era posible desautorizar en aquella ocasión, al propio Presidente del Consejo de Ministros ante todo el mundo.

En cierta ocasión, se planteó un proyecto de ley que colmó la medida de la paciencia de algunos ministros. Las leyes que se sometieron a la deliberación del Consejo, atacaban duramente la economía de Cataluña. El representante de esta región en el Gobierno, Dr. Aiguader presentó irrevocablemente la dimisión. Lo mismo hizo el representante del Gobierno de Euzkadi, Sr. Irujo. Estas dimisiones, llevaban aparejadas la de todo el Gabinete Negrín.

Que Don Manuel Azaña, presidente de la República Española, no participa del criterio impositivo de Negrín y del Partido Comunista, era una cosa más o menos sabida. La crisis del Gobierno, le facilota el poder orientar la política en otro sentido, sin estridencias. Se perfilan las gestiones que realiza, para la constitución de un Gobierno nuevo. De un Gobierno que no respondiera como el anterior, a las consignas de un solo Partido. Hubo incluso periódicos, de los de mayor circulación de Barcelona. La Vanguardia por ejemplo, que señalaron los nombres de los posibles futuros ministros. Todo el mundo daba por seguro que la dictadura de Negrín, había ya terminado.

Pero Negrín, que demuestra en todos sus actos una audacia incomparable, instigado por el Partido Comunista y por mediación de su ciego y odioso organismo el S. I. M., inventa un complot absurdo. Pretende hacer creer que se va a producir en Barcelona, un levantamiento fascista, que tendrá que reprimirse rápidamente. Se inventa también el complot en los propios frentes. Se les alarma con le solo objeto de justificar el movimiento de fuerzas que pretende realizar. Se remite a los jefes de Ejército, para que estos lo hagan llegar a conocimiento de los de las Divisiones, el telegrama que literalmente transcribimos:

"Jefe XI Cuerpo de Ejercito a jefe 26 División. — En telegrama de hoy recibido del jefe del Ejército del Este se me comunica lo siguiente: "Por fuente y conducto absoluta garantía ha llegado a poder del S. I. M. la siguiente consigna lanzada por el mundo faccioso con carácter general. — En la noche del 14 al 15 de agosto en cada posición, cada puesto de mando, cada pueblo retaguardia, cada parque, cada aeródromo, en todas partes de una palabra debereis inutilizar fulminantemente a la vez sin reparar medios a vuestros jefes y a sus hombres de confianza aprovechando vuestra superioridad numérica invencible de diez contra uno. Apenas amanezca levantad bandera blanca en todos los lugares que habéis dominado a fin que nosotros estemos al acecho y corramos en vuestra busca para liberaros para siempre de la criminal opresión roja que vivís. Patriotas, hermanos españoles de la zona roja hasta la madrugada del 15 de Agosto. — Lo que comunico para conocimiento de los mandos inferiores a sus órdenes. Lo que a mi vez le traslado para conocimiento de sus jefes de Brigada. Acúseme recibo."

Casi al mismo tiempo que este telegrama era leído en los Cuarteles Generales de División, varias compañías de tanques del XVIII. Cuerpo de Ejército — que está al mando de un militante destacado de la filial catalana del Partido Comunista español — reciben la orden de trasladarse rápidamente a Barcelona.

Al día siguiente, sobrevuelan la ciudad condal infinidad de aparatos de bombardeo y de caza, esos aparatos que raramente se veían actuar en los frentes.

Se marca claramente la dictadura. O Gobierno Negrín o lucha fratricida en las calles.

Cede el presidente de la República Española. El Jefe de Estado, se ve obligado a claudicar y encargar a Negrín nuevamente para que forme Gobierno.

Se soluciona la crisis, a base de dar entrada en el nuevo Gabinete — constituido con los mismos ministros que el anterior, a excepción de los dos dimitidos — a dos hombres grises, bajo pretexto de que representaban a unos organismos que no representan. El uno, el militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña. Moix que dicen representa a la Generalidad de Cataluña, aunque ésta lo desmienta públicamente. El otro, Bilbao, en representación se dice también, del Gobierno de Euzkadi, siendo desautorizado por éste. En fin, una maniobra más de la cual sale triunfante el dictador de la República Española, Dr. Juan Negrín. 


 

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