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XIII

 

Memoria presentada en septiembre de 1938 al movimiento libertario llamando la atención sobre la dirección de la guerra y sobre las rectificaciones obligadas por la experiencia.

 

NOS habíamos dirigido a los militantes anarquistas (julio de 1938), expusimos al gobierno sin tapujos lo que pensábamos de la situación en general relacionada con la guerra (agosto, 1938) y nos quedaba aún el recurso de informar a todo el movimiento libertario, Confederación Nacional del Trabajo, Federación Anarquista Ibérica, juventudes Libertarias; lo hicimos en septiembre del mismo año, aprovechando un Pleno nacional de las tres ramas, celebrado en Barcelona (1). Desde nuestras publicaciones habíamos insistido ampliamente sobre el doloroso contraste de una masa popular superior por sus cualidades, por su comprensión, por su capacidad constructiva, a sus representantes. Habíamos hecho esa constatación cuando estalló el movimiento y la habíamos confirmado en su desarrollo, tanto en el aspecto militar, como en el económico, constructivo. Desde un punto de vista de dirección, parecía a los recién llegados un poco caótico; pero la pasta humana era tan excelente que raramente se apelaba al sentimiento y a la razón del pueblo en armas sin conseguir el máximo resultado. Se subsanaban los errores cuando eran mostrados sincera y honestamente a los que los cometían.

(1) Pleno de Regionales del movimiento libertario: Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia, por el Comité Peninsular de la F. A. I., Barcelona, septiembre de 1938. 17 páginas in folio.

La lógica del pueblo no siempre coincide con la lógica de sus directores. Como resultado de la victoria de julio, el pueblo quedó a su merced, dueño de sus destinos, de su voluntad. Si esa liberación pudo llevar el pánico a los gobernantes profesionales, si dió origen a algunos excesos particulares, si al amparo de esa libertad brotaron también, junto a las buenas, algunas malas semillas, la grandiosidad del espectáculo sublime no por eso desmerece. Mientras el pueblo tuvo la iniciativa, rebasando a sus jefes, políticos, militares, sindicales, no se dió un paso atrás en el campo de batalla. En la medida en que se fue privando al pueblo de su iniciativa, decayó el espíritu constructivo en economía, la combatividad y el heroísmo en el frente, el funcionamiento apasionado de todos los resortes de la vida, del trabajo, de la creación.

El Pleno de Regionales del movimiento libertario nos ha causado profunda tristeza, no porque se hayan pasado por alto nuestras observaciones y nuestros deseos, sino porque nos puso en evidencia, una vez mas, la distancia moral que había entre el gran movimiento popular agrupado bajo nuestra bandera y quienes pretendían representarlo, valiéndose de las artes bien conocidas en todos los países y en todas las organizaciones cuando el liderismo se convierte en una profesión y la posesión de los lugares de comando se considera el supremo objetivo. Las llamadas exigencias de la guerra habían suprimido el funcionamiento democrático de los órganos populares de gestión, de crítica, de orientación. ¿En beneficio de la guerra? No, en beneficio de los que al calor de esas disposiciones podían ostentar cargos, sinecuras, funciones para los que no estaban preparados y que de otra manera habrían podido perder.

Consideramos un deber la reproducción de estos documentos tanto para destacar una actitud que nos ha valido el aislamiento y el rencor de aquellos a quienes anatematizábamos, como para que sean conocidos por las víctimas supervivientes de una política suicida, realizada y afianzada presuntamente en su nombre.

Quizás se encuentre mas de una repetición de hechos y de observaciones ya conocidos por otros documentos. Era el mismo espectáculo y la misma pasión quienes lo inspiraban todo.

¡Cuanto hubiéramos deseado ser nosotros los equivocados! Y hemos de confesar que más de una vez, al comprobar la esterilidad de nuestros esfuerzos, al vernos frente al muro macizo y solidario de los representantes de todos los partidos y organizaciones, hemos sentido como un relámpago de duda en nosotros mismos. ¿Quizás éramos nosotros los que estábamos en el error? Que juzgue ahora el que pueda hacerlo por encima de todas las pasiones suscitadas en torno a esa polémica agria. Nosotros no podemos ser jueces y parte. Por eso dejamos que hablen los documentos de la época, expresión de nuestro descontento y de nuestra visión de cada instante.

Consideraciones generales.

"No pretendemos hacer un recuento de los propios errores en materia de guerra y de política de guerra. Todos tenemos en lo acontecido una parte de responsabilidad, desde el frente o desde la retaguardia, por acción o por inacción, en el giro que tomaron los acontecimientos y en la perdida de nuestras posiciones de gestores principales de esta guerra y sus primeros organizadores.

Había surgido de improviso, como por encanto, el instrumento más eficiente y adecuado de la guerra irregular, de la guerra a la española: las milicias populares de los primeros meses. La falta de un ejército organizado nos obligó a emplear esas fuerzas en operaciones y en funciones de ejército regular. A esa contradicción se añadió la falta de armas y municiones, el sabotage ejercido desde el primer instante, por parte del Gobierno de la República, contra esas formaciones populares surgidas al calor de la victoria de Julio.

Se imponía la creación del ejército, pero ¿se imponía igualmente la supresión de las milicias? ¿no habrían podido coexistir como en tantos otros períodos, las dos formaciones, que entrañaban modalidades distintas pero complementarias de hacer la guerra?

La supresión de las milicias ha sido un error político desde el punto de vista revolucionario y ha sido un error militar desde todos los puntos de vista. Lo que vino después no ha sido más que una concatenación lógica y forzosa de ese primer error grave.

Sin nuestro apoyo, la militarización no habría sido posible. La sola presión o los decretos del Gobierno no habrían bastado para acallar el descontento y reducir el espíritu de resistencia instintiva a una militarización que tenía otros propósitos que el de la mera disciplina, como se vio claro más tarde (1). Nos faltó visión para proponer las dos formaciones, la regular del ejercito y la irregular de las milicias del pueblo. Pusimos así nuestros destinos, los destinos de la España revolucionaria y los destinos de la guerra, en manos de nuestros enemigos naturales e irreconciliables, los usurpadores de la llamada ayuda rusa, que no fue tal ayuda, sino un escandaloso negocio de venta de algunas armas, muchas veces de pésima calidad, y una hipoteca vergonzante de la dirección de la política española y de la guerra.

(1) Las revelaciones del general Krivitsky sobre la política staliniana en España muestran un poco de luz sobre los móviles de la militarización, de la creación de las Brigadas internacionales y de todo el tinglado burocrático y militar inspirado por los emisarios rusos. (The Saturday Evening Post, 15 abril 1939, Filadelfia).

Comenzó en las filas del ejército una obra de aplastamiento de las mejores cualidades del combatiente español. Se quiso imponer una disciplina brutal por el terror. Para asegurarla se crearon grandes ejércitos de orden público, los de Carabineros, los Guardias de Seguridad y asalto, Policía, Servicio de investigación militar, etc. Había en todo el territorio español, en 1930, 694 jefes y oficiales de carabineros, 14.526 hombres de tropa de infantería, 350 de caballería. Compárense esas cifras con los 100.000 carabineros actuales en un territorio tan restringido que sólo equivale a una quinta parte de nuestro país. En lo relativo a las otras fuerzas de orden público, la proporción del aumento es más o menos equivalente. ¿Se pensó en las necesidades de la guerra o se tuvieron en cuenta más bien las apetencias políticas de predominio cuando se dió vida a esos cuerpos monstruosos de retaguardia que fracasaron rotundamente siempre que se pusieron en contacto con el enemigo del otro lado de las trincheras?

Fueron fusilados, asesinados, postergados, castigados, procesados numerosos de entre los mejores combatientes por atreverse a resistir de alguna manera la dictadura impuesta al dictado de Rusia en las filas militares, sus desaciertos, sus operaciones catastróficas con derroches de vidas y de sangre para objetivos de mera especulación política.

Llevamos casi dos años de militarización. Desde que la dirección de la guerra quedó en manos de los usurpadores de la llamada ayuda rusa, no hemos conocido más que derrotas en el orden militar, desaciertos ruinosos en el orden económico, desprestigio en la esfera internacional y una desmoralización de los combatientes que no puede dar mas frutos que los que ha dado ya en el derrumbamiento del frente de Aragón y en los posteriores de Levante y Extremadura.

Del informe que eleva el compañero Gil Roldán, nombrado recientemente Comisario de los ejércitos de Cataluña, al Comisario general, entresacamos los siguientes párrafos:

"Puede afirmarse responsablemente que nuestros soldados no son tratados adecuadamente ... El soldado está muy mal atendido y la lucha se desenvuelve para él en un plano de crudeza que no lo determina solamente el enemigo. Nada de extraño tiene que en estas condiciones la capacidad de sacrificio disminuya y que el hombre vacilante vacile un poco más; es por ello que la urgencia en remediar estos males que están en nuestra propia mano, es cada vez mayor.

"Es muy difícil que a un hombre que no ha comido en dos días y no tiene ropa ni calzado le pueda bastar, para conformarse, una conferencia o un discurso político" ...

En un informe del Subcomité Nacional de la C. N. T., fechado en Valencia, 21 de julio del presente año, leemos lo siguiente:

"El Ejercito de Extremadura ha sido estos dos años terreno abonado para la política del Partido comunista, que se resume en un descarado favoritismo en los mandos y en el proselitismo entre la tropa. No sólo la totalidad de los altos mandos, desde jefe de ejército a jefe de brigada, eran feudo de los comunistas, sino que en ellos se ejercía, a presión del Partido, una rápida rotación del personal, en satisfacción de ambiciones ... Así, brigadas como la 91, cambiaron en seis meses más de seis jefes.

Pero lo peor de la moral del soldado ha sido el cansancio y la desmoralización de dos años seguidos de trincheras, el divorcio espiritual con la oficialidad, debido a un trato cuartelero de viejo estilo que llegaba corrientemente al insulto grosero hasta a los hechos (testimonio los hechos ocurridos en las brigadas 20 y 109). Añádese, respecto de los perseguidos por el Partido comunista, una horrible justicia extraoficial, consistente en homicidios encubiertos con el pretexto de que el perseguido quería pasarse al enemigo. Se asesinó así a soldados en la misma retaguardia, a más de 50 kilómetros del frente, bajo el pretexto de que querían pasarse a los fascistas (1); se llegó al punto que oficiales no gratos (un capitán de la C. N. T. de la 109, y un teniente de la 20 brigada), se rehusaran sistemáticamente a bajar al puesto de mando durante la noche por sentirse amenazados de asesinato y otras barbaridades por el estilo.

(1) Entre centenares de casos, citamos los nombres de dos muchachos de 20 años, pertenecientes a la 66 brigada mixta, Felipe de Mingo Pérez, del Sindicato gastronómico de la C. N. T. de Madrid, y Antonio García Menéndez, de la U. G. T. madrileña, los dos combatientes voluntarios desde que estalló el movimiento. Fueron fusilados el 14 de diciembre de 1937 en Chinchon.

Otro factor de desmoralización ha sido la conducta privada de los altos jefes. Se reprochaba, por ejemplo, al jefe de la 37 división en Castuera, teniente coronel Cabezudo, que llevaba una vida lujosa de sibarita, hasta recibir visitas de autoridades civiles con su querida sentada en las rodillas, ídolo de lujo con esclavinas en los tobillos. Las queridas, las juergas y las riñas entre el jefe de ejército y el de la división en la misma vigilia de la catástrofe.

Naturalmente toda actividad del alto mando se quedaba reducida a un papeleo burocrático" ...

¿Cómo hemos reaccionado contra todo ello? Con alguna gestión de compromiso o con algún escrito para salvar las apariencias, sin una verdadera decisión de poner límite a ese estado de cosas, o con el silencio, con la aprobación de la política del Gobierno, con el silenciamiento de toda crítica, con la abdicación de toda personalidad revolucionaria, dispuestos a dar la razón a los perseguidores contra los perseguidos, a los que nos conducen a la derrota contra los que quieren oponerse a ella, a los que estrangulan la revolución contra los que quieren defenderla.

No pudimos tolerar más tiempo este estado de cosas y hemos apelado a la militancia libertaria para que resuelva y marque la línea a seguir. El Comité peninsular de la F. A. I., a partir del verano de 1937, comenzó a hacer observaciones fraternas al Comité nacional de la C. N. T. para que, puesto que habíamos dejado a la organización confederal la iniciativa en materia política, iniciase un viraje en el sentido de recuperar nuestra personalidad para frenar en lo posible la calda vertiginosa de la España de la revolución. Tenernos que declarar que nuestros esfuerzos no fueron coronados por el éxito y las discrepancias de la discusión cotidiana en torno a nuestra conducta colectiva se agudizaron hasta el punto de ser imposible una orientación única, una misma apreciación y una misma solución a los diversos problemas de la guerra, de la economía, de la política nacional e internacional, etc.

Confiamos sinceramente que este Pleno tenga la virtud de unificar el movimiento libertario sobre la única base posible, la defensa del propio movimiento para tener siempre un instrumento insuperable al servicio de la guerra y de la revolución (1).

(1) Vanas ilusiones. En casi una quincena de días de discusión y de cansancio, la política del Gobierno de la victoria apenas fue rozada en algunos párrafos de los acuerdos adoptadas por aburrimiento. Unas leves concesiones en el papel no llevaron a la práctica ninguna modificación en la conducta. Los que asumían la representación de la gran sindical española, han conseguido mantenerla uncida al carro triunfal del doctor Negrín, hasta más allá de la derrota.

Habiendo sido los promotores principales de esta guerra y sus primeros organizadores, la militarización de las milicias, la creación del ejército y del comisariado nos han quitado toda influencia eficaz en la marcha de la conflagración. A partir del gobierno Prieto-Negrín y luego de Negrín solo, nuestro desplazamiento de la guerra fue casi absoluto. A pesar de tener un cuarenta por ciento de los combatientes en primera línea, no tenemos un cinco por ciento de los mandos, y la proporción no es diversa en el Comisariado, sin contar que los resortes totales de la guerra están en manos más preocupadas del propio partido que de la causa común.

No obstante, para taparnos los ojos, se dice que ganamos posiciones (2), que estamos mejor que ayer. Aparte del error que significa el suponer que el nombramiento de algunos mandos, el logro de algunos ascensos, la colocación de algunos comisarios, que no pueden pesar en ninguna determinación fundamental, equivale á ganar posiciones, tampoco es verdad desde el punto de vista numérico, pues del predominio indiscutible que teníamos en la dirección de la guerra al fascismo hemos pasado a la categoría de simple carne de cañón.

(2) Pondríamos citar esa expresión a través de numerosas circulares del Comité Nacional de la C. N. T., que engañaba así a sus organismos.

La proporción de nuestros mandos y comisarios es irrisoria respecto a nuestra representación popular y al número de nuestros camaradas combatientes.

El chantaje comunista.

Desde que comenzó la especulación con la ayuda rusa, el Partido comunista inició su obra de captación en las filas del ejército y entre las fuerzas de orden público, corrompiendo a individuos de baja moral, prometiendo ascensos a los vacilantes y estableciendo un trato de preferencia para los inscriptos en sus filas. Por esa causa el ejército no ha podido convertirse todavía en una realidad. Es un conglomerado sin alma, a quien se mantiene en ciertos límites de disciplina por un terror desconocido en España, en esta España que ha probado la Inquisición y las dictaduras militares y civiles más despóticas.

Asesinatos, prisiones, postergación, castigos, hasta castigos corporales (1), persecuciones, todo se ha puesto en juego contra los hombres del movimiento libertario y de otras organizaciones, hombres abandonados a la propia suerte, sin que hasta aquí se haya tenido gesto alguno eficaz de energía en su defensa o de solidaridad con las víctimas.

(1) Aprovechando una pausa de 24 horas, unos soldados de la 31 brigada mixta, se llegaron a Madrid por unas horas, a ver a sus familiares, el 2 de Enero de 1938. Al regresar se ordenó su detención, se les cortó el cabello al acero y se les hizo pasear por el pueblo El Vellón (próximos a Madrid), con unos carteles alusivos a su falta, acompañados por soldados armados. Se indignó el vecindario, y dos hombres protestaron contra ese espectáculo de infamia, indigno del llamado régimen republicano, diciendo que los carteles injuriosos habrían de ser colgados al cuello de los que los ordenaron. Por ese delito fueron detenidos y pasados por las armas de inmediato, sin ninguna formalidad procesal. Uno de ellos era apodado "El Chato", del Sindicato de la Construcción de la C. N. T., y el otro se llamaba Pedro Calvo, del Sindicato Metalúrgico de la U. G. T. Murieron con el puño en alto y gritando "¡ Viva la República !"

La ayuda rusa se convirtió así en principal factor de desmoralización y de derrota, porque ha servido para destruir las raíces populares de nuestra guerra y para sofocar el espíritu revolucionario que la animaba.

El Comité peninsular de la F. A. I. ha denunciado repetidamente en circulares, en boletines y por todos los medios a su alcance el peligro que, para la revolución y para la guerra, representaba el Partido comunista, compuesto en su mayoría de elementos dudosos, antiguos miembros de la Unión Militar Española y de organizaciones de derecha o de simples caballeros de industria, sin antecedentes revolucionarios, para quienes el porvenir de España les importaba un bledo. Ese partido es, de todos los actualmente existentes en nuestro país, el de composición mas variada y origen mas obscuro. No significa una doctrina, una orientación, un rumbo; significa el saqueo del erario público para fines particulares y la explotación de un chantage infame.

Cuando fue invadido Aragón por las divisiones comunistas, como para preparar así la invasión de esos territorios y de Cataluña por las divisiones de Franco, hemos protestado públicamente contra los crímenes, depredaciones y acciones contrarrevolucionarias de un Lister, por ejemplo. Hemos publicado un informe de la Regional aragonesa de la C. N. T. en el que se destacaba la reconstrucción económica llevada a cabo por los campesinos, obra que la brutalidad de los invasores moscovitas destruía de una manera caprichosa (1).

(1) Habiendo perdido toda nuestra documentación, son muy pocos los datos concretos que podríamos dar sobre esa obra gigantesca de las colectividades agrarias en Aragón, sobre las experiencias hechas y los resultados obtenidos. Esas empresas están por encima de todo elogio, y si no hubiese otras razones, ellas solas justificarían nuestra revolución estrangulada y la harían perdurar a través de los tiempos en la memoria de los que la vivieron.

Ascensos.

Una política de favoritismos y de ascensos inmerecidos destruyó el ejército de la monarquía. Una política equivalente en el ejército popular ha impedido hasta ahora que ese ejército reúna las condiciones necesarias para enfrentarse triunfalmente con el enemigo.

El Partido comunista ha conseguido controlar el ejército y todos los resortes de la guerra con fines de absorción, de golpe de Estado, de dictadura, pero no ha conseguido articular un aparato de resistencia contra el fascismo. Todo su mecanismo tiende a someter la retaguardia, a asegurar sus posiciones contra la voluntad del propio pueblo, no a obtener la victoria sobre el enemigo. Y esto se hace con el silencio o con la pasividad orgánica del movimiento libertario, al cual estamos desviando de su función específica al sugerirle continuamente que deje toda su iniciativa en manos de sus Comités superiores.

Los ascensos de los mandos comunistas ofrecen un espectáculo escandaloso. De una sola vez, la II división ascendió por meritos de guerra, sin méritos, a 49 tenientes, haciendo lo mismo la 46, la 27 y otras divisiones comunistas.

En la 27 división hubo en 15 días (mayo de 1938, D. O. Nº III, 120, 122) 1148 ascensos de cabos, sargentos, tenientes y capitanes. Así se preparan los mandos para las divisiones no comunistas.

Con tales mandos y con el criterio que prima en la dirección de la guerra, no es de extrañar que, por ejemplo, en la 38 brigada mixta se haya producido hace poco 1.100 bajas en una operación absurda, y que los proyectos de pase del Segre hayan terminado con la destrucción de dos batallones de la 153 brigada, de origen libertario, sin que el jefe de ese sector, un comunista, haya sido sancionado por la incorrección con que fueron ejecutadas esas operaciones. Esa exención, sin embargo, no significa nada cuando un teniente coronel Gallo, jefe de un cuerpo de ejército, huye a Francia dejando sus fuerzas abandonadas y vuelve a ocupar puestos de responsabilidad.

Elocuentísimos son también los siguientes casos:

El general Sarabia, fracasado en el Ejército de Levante, en lugar de ser procesado, recibe el "mando" de los ejércitos de Cataluña.

El coronel Antonio P. Cordón, actual subsecretario del ejército de tierra, siendo alumno de la Escuela superior de guerra fue desaprobado y demostró su incapacidad en la jefatura del Estado mayor del ejército del Este, hasta su derrumbamiento. Para continuar su obra fue encargado de la jefatura de la sección Operaciones del Estado mayor central, de donde salió para ocupar el cargo actual.

El coronel Ricardo Burillo, jefe del ejército de Extremadura desde noviembre de 1937, no ha sido capaz de tomar ninguna medida para la reorganización de sus fuerzas, habiéndose preocupado sólo de servir los intereses de su partido. A los ocho meses de su mando en dicho ejército sobreviene la ofensiva enemiga en aquel sector y perdimos en pocos días 1200 kilómetros cuadrados de territorio. En lugar de ser procesado como responsable o en averiguación de responsabilidades, pasa a disposición del Ministro de gobernación.

El teniente coronel Trueba estuvo a punto de ser fusilado en ocasión de las operaciones del vedado de Zuera, en septiembre de 1937, por su manifiesta incapacidad. Se le quito el mando de unidad, pero los manejos de su partido han permitido que volviera á ostentar mandos y que tenga actualmente el de una unidad del décimo cuerpo de ejército.

He aquí el testimonio del subcomisario general de guerra, compañero González Inestal, en un informe dirigido a la organización confederal el 7 del corriente mes:

"Se viene realizando una política de ascensos arbitraria. Desde las operaciones de Teruel se ha ascendido a elementos comunistas y a otros que integraban ciertas camarillas. En cambio se niega el ascenso sistemáticamente a elementos de probada capacidad y diligencia. Ejemplos: Matilla, Guarner, Casado y bastantes otros que no son del caso. Se da el caso de que un teniente de la C. N. T. que forma parte del Estado mayor, es propuesto, con varios otros, para ascenso. Ascienden incluso a todos los de su promoción. A dicho compañero, que por lo demás es muy entusiasta, diligente y competente, se le concede la medalla del deber".

En el mismo informe se habla del "monopolio" de los altos mandos por parte de los comunistas en los ejércitos de la zona catalana, mencionando como prueba la Agrupación de ejércitos del Ebro, con Modesto, el quinto cuerpo de ejército con Lister, el quince con Tagueña, el doce con Etelvino Vega, el dieciocho con del Barrio, el once con Galán.

En cambio, se observa, de nada valió a la 26 división el haber sido la que mejor resistió y la que más compactamente se retiró a raíz del ultimo hundimiento del ejército del Este, ni a Sanz ser su jefe.

Se asesina ilegalmente.

En todas las unidades del ejercito, no obstante tener nosotros, como hemos dicho, el cuarenta por ciento de los combatientes, funcionan células de partido con una red de relaciones que siembran el disgusto y la desconfianza entre los soldados y los mandos. Nosotros, que no somos partidarios de un ejercito de partido, sino de un instrumento bien organizado y coordinado para la liberación del país, hemos rehusado y obstaculizado la formación de nuestros núcleos de organización, de control y de lucha para contrarrestar toda maniobra y toda extralimitación posibles. Y sin embargo estamos convencidos de que en ese terreno nuestra actuación no podría ser igualada, porque contamos con la experiencia de muchos años de conspiración revolucionaria y se encuentran a nuestro lado los hombres mas valerosos y abnegados.

Con fecha 25 de junio de 1938, el Comisario delegado de guerra de la 43 división, Máximo de Gracia, presentó al Ministro de defensa y al Comisario general del ejército de tierra un largo informe sobre la obra de los comunistas en dicha división cuando se encontraba en los Pirineos, atribuyendo a esos manejos el derrumbe final. Se habla en ese informe de asesinatos, de peligro de asesinato para oficiales y soldados no comunistas, de violación de correspondencia, de inmoralidades, etc., etc. Nada se ha hecho hasta el momento para depurar responsabilidades. Se lee, por ejemplo, en el mencionado informe: "En mis conclusiones hago como remate consideraciones que son, a juicio mío, la cosecha de una experiencia sincera. Si estas experiencias no se recogen por los que con su autoridad deben de advertir los peligros que se ciernen, no tardará mucho tiempo en que la fatalidad nos depare escenas de violencia que nos puedan llevar a estados pasionales nefastos para los fines de la guerra ... Los hechos acaecidos en la 43 división son tan graves que deben ser meditados por la superioridad, con la imparcialidad objetiva de un hecho que es consecuencia de una gestión política que, con una mano extiende su apoyo al Frente popular, y con la otra recoge frutos que por ser prematuros nos llevan a la conclusión terrible de estados de descomposición que amenazan la unidad de un ejército que, para resistir, según la consigna certera del Jefe del gobierno, necesita una inquebrantable unidad y un respetuoso concepto para todas las ideologías que forman el antifascismo del Frente popular".

Todavía estamos esperando una decisión del Gobierno y las sanciones necesarias para reparar los males denunciados. Hay que hacer constar que, por parte de numerosos núcleos de compañeros de la C. N. T., se han hecho denuncias graves también respecto a la 43 división, denuncias que corroboran, aclaran y amplían lo denunciado por el socialista Máximo de Gracia.

De un informe firmado por un grupo de mandos de la mencionada división desde el castillo de Figueras, 13 de julio de 1938, entresacamos los párrafos que siguen:

"Por pertenecer a la C. N. T. fue muerto por la espalda el alférez de municionamiento de la 72 brigada y constantemente perseguido, por igual motivo, el capitán de la misma unidad, Pedro Ucar y otros. La fobia se exterioriza contra los elementos del Partido socialista obrero español y la C. N. T. Durante la permanencia de la 43 división en los Pirineos se dio el caso de ser fusilado por el actual comandante del batallón 287 un teniente del cuerpo de carabineros que ignoraba el paradero de su unidad, así como fueron fusilados sin formación de causa varios individuos de la 21 brigada (extremo que puede ser comprobado mediante declaraciones de los actuales componentes de la misma), táctica que se hubiera seguido contra los mandos de la 102 brigada en el caso de haberse presentado estos en el lugar que se les indicara".

La presentación de que aquí se habla fue impedida por el comisario Máximo de Gracia, cuyo presentimiento le hizo recomendar a los camaradas la desobediencia para no exponerlos a un inútil sacrificio.

Nuestras organizaciones conocen hechos numerosos de esta especie. Sin embargo estamos esperando que se reaccione de alguna manera digna en defensa de la vida y de la dignidad de los combatientes.

El teniente José Fortuny, de la 43 división, 72 brigada, 286 batallón, miembro de la C. N. T. y de las Juventudes libertarias, dice en una declaración de la que tenemos copia:

"Cuando llevaba aproximadamente un mes ejerciendo el cargo que me había sido asignado, y en ocasión de ir con el teniente A. Gallardo, fuimos requeridos por el comisariado, en donde se nos informó de la necesidad, según decían, de que entrásemos a formar parte del Partido comunista, cosa a la que ambos nos negamos rotundamente, por lo que desde entonces se nos hizo la vida imposible en dicho cuartel general. Nuevamente fuimos invitados en otra ocasión a ingresar en el mencionado partido, persistiendo por nuestra parte en la negativa. En vista de ello se nos prometió que si ingresábamos en el, se nos daría la plantilla de oficiales de Estado mayor, rehusándonos" ...

En la misma declaración se describen las penurias y persecuciones de que han sido objeto por no querer abandonar a la C. N. T. y a las Juventudes libertarias para pasar al Partido comunista, oficiales de nuestra organización. Menciónanse los nombres de varios oficiales de la "Esquerra" y republicanos que, con menos valor personal que nuestros camaradas, tuvieron que darse de alta en el Partido comunista para no verse postergados, vejados y perseguidos.

Del informe del capitán Pedro Ucar, brigada 72, entresacamos lo que sigue:

"Ultimamente tenían organizada una pequeña tcheka. El jefe de esa partida de asesinos es el teniente Moisés García. Este elemento no tiene mando alguno y fue él quien asesinó al compañero Puertas, alférez y perteneciente a nuestra organización. Se trataba de un buen compañero, de Campo (Huesca), cuyo delito no fue otro que el de ser perfecto anarquista. Al enterarse del hecho pedí explicaciones al comisario de la brigada, el cual me manifestó que era cierto que había sido fusilado, por pretender pasarse al enemigo. Como quiera que esto no podía satisfacerme, hice averiguaciones y logré saber que su ejecución se llevó a cabo dentro de un coche.

El tal Moisés García, jefe de la tcheka, le disparó dos tiros en la sien al mismo tiempo que le decía: "Toma, cabrón, para que no molestes más". El hecho se llevó a cabo en la carretera de Ainsa a Bielsa, el día 6 o 7 de abril. Su cadáver fue enterrado en La Fortunada, un pueblecito del valle de Bielsa. Un buen testigo de este hecho es el comisario de compañía Augusto Sánchez, pues el propio matador el dio cuenta de la hazaña" ...

Lo que aquí cuenta el camarada Pedro Ucar, puede ser multiplicado enormemente. Es un procedimiento demasiado corriente para que haya de quedar impune y para que nosotros, los que no estamos en el frente, pero tenemos una misión que cumplir, nos crucemos de brazos, cooperemos con los asesinos de nuestros camaradas y dejemos librados a su suerte a los que han sido, son y serán la base auténtica de nuestro movimiento.

Confirman los hechos nefastos de la política comunista en la 43 división, los capitanes de la 102 brigada Francisco Santos Molina, Francisco Gálvez Medina, Eusebio Llorente Sala, Agustín Gómez Núñez, todos pertenecientes a la C. N. T.

EL compañero Carrillo, en informe a la Sección defensa del Comité Regional de la C. N. T. de Cataluña, dice lo siguiente:

"Tengo a bien poner en vuestro conocimiento los hechos ocurridos en el frente de Aragón el día 13 de abril a las 7 de la noche (1938). Una compañía de la 26 división, de unos 80 hombres con cuatro oficiales, al pasar por la carretera de Doncella, frente a la base del Batallón disciplinario del XI cuerpo del ejercito, fue invitada por gentes a las ordenes del comandante Palacios, jefe de ese batallón, a que pasase por dicha base para que les hablase el comandante.

"Al llegar a dicha base los oficiales fueron invitados a subir a la oficina del comandante y al entrar en ella fueron desarmados, para lo cual el comandante hizo formar a los soldados y les hizo un discurso con palabras bastante groseras. A continuación hizo pasar la compañía de cinco en cinco y rendir armas. Después dijo a los soldados que siguieran su camino hacia su base. Un sargento de la compañía, al ver que no salían los oficiales, preguntó al comandante si quedaban a sus órdenes y éste le dijo que se hiciera cargo de la fuerza hasta llegar a su base. Los oficiales, tres tenientes y un comisario, el 14 de abril de 1938, a las 4 o 5 de la mañana, fueron pasados por las armas sin consejo de guerra, y se supone que por el solo delito de pertenecer a la 26 división. Al día siguiente el comisario de la 26 división telefoneó al batallón disciplinario para preguntar por los detenidos y el comandante le dijo que habían sido juzgados por consejo de guerra sumarísimo y que Galán les daría la contestación".

Sostiene dicho compañero que no hubo tal consejo de guerra, que los oficiales fueron pasados por las armas por pertenecer a la 26 división.

El camarada Baztán, militante del Centro, ha escrito un informe sobre las operaciones efectuadas en los Montes Universales, en las que intervino el primer batallón de la 70 brigada mixta y otras fuerzas. Estaban estos combatientes en situación apurada y se les envió una compañía de refuerzo al mando del capitán Francisco Montes Manchón, comunista, con orden de introducir su gente en la posición de manera que no fuese excesivamente vista por el enemigo. Ese capitán llevó sus hombres en fila india, desoyendo las órdenes recibidas. Al llegar a su destino, el comisario del batallón de la 70 brigada, camarada José Gómez Alvarez, se encontraba arengando a los soldados para estimularles a la resistencia heroica. El capitán Francisco Montes le disparó un tiro por la espalda, matándolo en el acto, como asimismo a un soldado, hiriendo a un cabo de la misma brigada y despotricando luego contra los oficiales por ser confederales (palabras textuales que constan en el parte dado por el mayor de la agrupación, Ramón Poveda). Este informe, con otra serie de hechos interesantes, lleva la fecha del 18 del mes de agosto pasado.

No nos costaría ningún esfuerzo extraordinario la mención y comprobación de un millar de casos parecidos a los que aquí denunciamos y de los cuales han sido victimas preferentemente camaradas de la C. N. T., de la F. A. I. y de las Juventudes libertarias.

Estos hechos no los ignora ni el Comité nacional de la C. N. T., ni el Comité peninsular de las Juventudes libertarias. El actual ministro de Instrucción pública, camarada Segundo Blanco, ha elevado el 25 de marzo de 1938 un informe al ministro de Defensa en nombre de la Sección defensa del Comité Nacional de la C. N. T., en donde denuncia una cantidad de hechos escandalosos y en donde se pone de manifiesto al Dr. Negrín lo que sigue: "Nuestra advertencia es seria y nuestra disposición para que se haga justicia firmemente categórica" ... No sabemos hasta qué grado era seria y categórica la actitud ante los crímenes cometidos impunemente en el frente. Lo cierto es que hechos de la misma naturaleza se siguen cometiendo y que hasta ahora no se ha aplicado ninguna sanción por ellos. Y el propio firmante de la denuncia de la criminalidad comunista forma parte del Gobierno que la ha tolerado y la tolera si es que no la estimula a través de sus ministros, consejeros rusos y mandos adictos.

En el informe a que aludimos más arriba se cita una reunión de células comunistas tenida en Torralba de Aragón, el 16 de marzo de 1938, con los nombres de los concurrentes y el resumen de sus consignas de eliminar violentamente a todo el que se opusiese a la ejecución de los proyectos del Partido. El jefe del Estado Mayor de la brigada 142, A. Merino, resume la opinión de los asistentes con estas palabras: "El que estorbe, en una visita a las trincheras o a los trabajos, se pierde un tiro y él se lo encuentra. Si no, le lleváis a las alambradas y ¡cuarto tiros!, parte de deserción y ya procuraremos que la cosa o trascienda".

Todavía no se ha esclarecido la responsabilidad pertinente por el asesinato del delegado político de la compañía de transmisiones de la 141 brigada mixta, José Meca Cazorla, y del soldado de la misma, José Hervás Soler. Tampoco han aparecido los asesinos del soldado Jaime Trepat, de esa misma unidad, aun cuando las averiguaciones hechas por iniciativa del compañero Molina, comisario de cuerpo de ejército, hayan dado bastantes indicios para que esos crímenes fuesen rápidamente esclarecidos y sancionados. Prueba de la seriedad y la solvencia de esas averiguaciones es que fueron transmitidas por la Sección defensa del Comité Nacional de la C. N. T. al ministro de Defensa nacional por su actual ministro de Instrucción pública, Segundo Blanco.

No vale la pena que sigamos haciendo esta relación macabra. Basta resumir diciendo que muchos compañeros activos del frente tienen más temor a caer asesinados por los aliados comunistas que a morir en lucha con el enemigo del otro lado de las trincheras.

Tal estado de cosas no es accidental, sino endémico, desde que los agentes de Moscú se han infiltrado en las filas del ejército. Colaborar con ellos, con el pretexto de que la guerra lo exige, es algo más que pecar de tontos (1).

(1) En otro de los informes presentados a ese Pleno mixto de regionales del movimiento libertario, nos referíamos concretamente a ese aspecto de la inconveniencia de contribuir con nuestro apoyo al sostén de un gobierno necesariamente fatal para la guerra y para la revolución.

Proselitismo y corrupción en el ejército

No opinaremos nosotros al hablar del proselitismo y de la corrupción en el ejército por obra del Partido comunista, que lleva su inescrupulosidad a todos los terrenos. Que hablen los propios informes no desmentidos que obran en poder de nuestros Comités superiores.

Por ejemplo, el Sindicato de Sanidad e Higiene de Barcelona, el 18 de julio de 1938, nos comunica, entre otras cosas graves, lo que sigue:

"En los hospitales militares hay un problema latente. Es este: se hace la más baja, la mas rastrera de las políticas; y a los enfermos, a los hermanos heridos, se les hace blanco de ella. Se cotiza su dolor y sus heridas, se condiciona su bienestar de enfermos a su afiliación política". El mismo Sindicato denuncia la manera de emboscar comunistas por supuestas enfermedades y hace declaraciones que no pueden pasar por alto sin desdoro para la propia organización confederal que tolera todo ello desde fuera y desde dentro del Gobierno en que participa.

El afiliado número 13653 de la Agrupación socialista madrileña dice en un largo informe sobre la actuación del partidismo en el ejército y la descomposición de éste a causa de la inmoralidad y del terror reinantes en él:

"En el Estado mayor (de la 33 brigada mixta, febrero de 1937) se había formado una célula que era la que determinaba los trabajos y las tareas que habían de efectuarse para ir colocando en todos los puestos destacados y de responsabilidad o dirección a los afiliados al Partido comunista.

"Recordamos perfectamente que poco antes de las operaciones de Brunete, estos elementos se reunieron para sancionar severamente — como decían — a unos cuantos de ellos por el delito de haber facilitado los salvoconductos y los medios de fuga del marques de Fontalba que se encontraba detenido en El Escorial, pero todo quedó luego misteriosamente oculto, ya que se pudo averiguar, y en aquella reunión se demostró, que todos ellos estaban complicados en esos delitos y se guardó el oportuno silencio mediante el correspondiente reparto del botín que obtuvieron como rescate" ...

En el mismo informe vemos cómo se destituye a un militar, jefe de una brigada, la 33, por no haber querido ingresar en el partido comunista, y cómo se nombra a un elemento fascistoide, Cabezos, a quien denunciaron como tal y como amigo personal de Queipo del llano y de Doval, los propios soldados, sin que se haya tomado ninguna medida para no poner la suerte de algunos millares de hombres en manos tan dudosas ...

Los Comités regionales de la C. N. T. y la F. A. I. de Cataluña (sección defensa) han enviando un documento de tallado sobre la actuación partidista dentro del ejército en obras y fortificaciones, al ministro de Defensa nacional, con fecha 2 de octubre de 1937, sin lograr ninguna reparación. Allí se hacen denuncias sobre el proselitismo y las maniobras del Partido comunista que no pueden obtener otro resultado que el de la desmoralización y la descomposición de la filas combatientes ...

De los 19 batallones de transporte existentes en la actualidad, se hallan diez o doce en manos de mandos comunistas, y só1o uno o dos en manos de compañeros nuestros, a pesar de que el 70 u 80 por ciento del personal que los compone es de la C. N. T. y la F. A. I. Aprovechamos la ocasión para mencionar esta situación inexplicable en los salarios: en el ejército se pagan 15 pesetas, en la aviación 12, en los carabineros 25 y en la Subsecretaria de armamento 30, por el mismo trabajo.

En poder de nuestras organizaciones obran los informes del compañero Baztán, de mediados del año en curso, sobre sus viajes en los frentes de Levante y del Centro. También encontraréis en ellos abundantes pruebas de cuanto decimos.

La delincuencia partidista no está solo en los mandos subalternos, está también arriba, en los mandos superiores.

Leemos en un informe del secretario de la Sección Defensa del Comité regional de Cataluña, 11 de junio de 1938 cómo los compañeros "se van desengañando de nuestra organización, porque los deja desamparados y a merced del Partido comunista y porque no ven, que, por nuestra parte, se haga algo efectivo en su favor; la depresión de los soldados, coaccionados continuamente para que se afilien al Partido comunista, al Socorro rojo, etc ... En el ejército hay que variar fundamentalmente la línea de conducta. Hay que depurar profundamente los mandos, depurar el S. I. M., los tribunales, la sanidad, las transmisiones, los transportes, el cuerpo de ingenieros, los mandos de cuerpos de ejército y el de algunas divisiones; resolver el problema del comisariado, etc., etc. Y sobre todo evitar que nuestros compañero sean perseguidos, carne de todas las maniobras y víctimas continuas de toda clase de tropelías" ...

No es por falta de denuncias concretas, no es por falta de conocimiento de la verdad en los Comités superiores de nuestras organizaciones por lo que no se ha hecho nada para mejorar el actual estado de cosas. Los Comités de nuestras organizaciones saben lo que ocurre. La unanimidad de criterio, pues, parecería natural y la respuesta única. Sin embargo no hemos logrado coincidir ni siquiera en la necesidad y en la urgencia de una defensa de la vida de nuestros militantes en el frente y en la retaguardia.

En un informe bien concebido y realizado sobre la situación del ejército del Este por un oficial de la 26 división, después de exponer con lujo de detalles la situación militar y moral, y después de explicar la razón de muchos fracasos y desastres, se nos hacen advertencias como éstas:

"Creemos que se puede y que se debe exigir respeto y el valor que cada uno en sí representa, y nuestro movimiento, tanto por sus individualidades como por su organización, debe exigir e imponerse si es preciso para evitar que sus hombres se vayan desanimando y desalentando por no estar respaldados por el movimiento libertario al cual se deben y al cual no deben renunciar bajo ningún concepto, por muy crítica que sea la situación y por muchos obstáculos que encuentren en el desarrollo de su cometido como hombres de responsabilidad" ...

A estas horas podríamos señalar ya algunos casos de compañeros nuestros que, sin defensa en la organización, acorralados en sus puestos de primera línea, han optado por aceptar el carnet del Partido comunista. Lo que nos parece síntoma de excesiva gravedad.

Nuestros compañeros tienen la impresión de que no se les atiende, de que se deja libre curso a la política nefasta del Partido comunista. No se trata de unos cuantos casos, sino de millares y millares de camaradas que confiesan que sienten más temor a ser asesinados por los adversarios de al lado que a ser muertos en lucha con los enemigos de enfrente.

El Comité peninsular de la F. A. I. ha propiciado la defensa activa y enérgica de nuestros compañeros, ha denunciado casos concretos y no ha logrado encontrar el apoyo y el calor necesarios en los demás Comités superiores para una acción conjunta decisiva. Hasta que llegó el momento en que la tolerancia no podía ser otra cosa que complicidad y ha resuelto obrar por propia cuenta, denunciando la verdadera situación a los militantes y exhortándoles a la propia defensa. En ese sentido hemos dirigido a la militancia anarquista algunas circulares. Y está en nuestro propósito apelar a ella e impedir que les sean vendados los ojos.

Con fecha 20 de agosto hicimos llegar también al Jefe del Gobierno un documentado informe en el que poníamos de relieve lo desastroso de la política militar que se practica, y en el que, además, apuntábamos los remedios para mejorar la situación, reclamando un cambio fundamental en todos los procedimientos arbitrarios y criminales, que se practican actualmente.

Por otra parte, el propio Comité nacional de la C. N. T. ha dicho en una carta al Dr. Negrin, con fecha 14 de mayo de 1938, que "será tanto mas imposible que se mantenga la colaboración de todos los antifascistas cuanto más preponderancia adquiera un sector frente a los otros, ya que esa preponderancia le puede hacer perder la cabeza, determinando que intente dominar la situación por su cuenta, con lo que se producirá el choque violento que romperá la unidad antifascista".

El Comité nacional reconoce, pues, la gravedad de la situación, y la denuncia  al Jefe del Gobierno. No se trata de una opinión aislada del Comité peninsular de la F. A. I. Sólo que nosotros, como en todos los tiempos, creemos que la verdad que conoce el Comité nacional de la C. N. T. y le hace obrar de una manera determinada, debe conocerla también la militancia, para que sea ella, la que resuelva en definitiva en asuntos de tanta trascendencia.

Muchas veces hemos oído de labios de compañeros que se atribuyen un don especial de responsabilidad: "Si los compañeros supiesen la verdad de lo que ocurre, la continuación de la guerra seria imposible". El mismo criterio, sostenía Federico el Grande de Prusia: "Si mis soldados supiesen leer, no quedaría nadie en las filas". No, nosotros conocemos la situación y no rehuimos la contienda. Y no estamos hechos de pasta distinta a la de los compañeros que luchan en el frente o trabajan en la retaguardia. Todos tenemos el común denominador de la naturaleza humana. Si el Comité nacional de la C. N. T. conoce la verdadera situación y no huye de su puesto, no tiene por qué suponer que los militantes procedan distintamente. En cambio, tendríamos la ventaja de la acción conjunta posible para reparar los desastres de una dirección funesta de la guerra, con lo cual continuaríamos la contienda, no como hasta ahora, sin perspectivas, sino con garantías de eficacia y de victoria.

El secretario de la Sección defensa del Comité nacional de la C. N. T. ha elevado a éste una memoria fechada el 29 de julio del año en curso, sobre la propaganda política en el ejército. Coincidimos con su contenido y hacemos resaltar que no somos los únicos que encaramos la crítica a la dirección actual de la guerra en la forma que lo hacemos. Un camarada de la competencia de Miguel Yoldi, escribe: "Es deprimente comprobar el menosprecio con que se trata a los militares que, por no carecer de las cualidades profesionales y de la contextura moral indispensables para salir airosos en su gestión, no precisaron catalogarse entre los que, a falta de inteligencia y de valor personal, buscaron en la doblez y en las posturas acomodaticias inherentes al oportunismo de la política, sinecuras, distinciones y respeto ... De hombres inteligentes con empleos sedentarios o paseantes de honor refractarios a consignas de partido, puede ofrecerse un album bien nutrido".

Se describe luego la operación desastrosas de Brunete, "operación eminentemente política, no militar". 25.000 bajas tuvimos en aquella operación sin ningún objetivo estratégico y sólo para salvar al Gobierno que había expulsado de su seno a las sindicales. Se ha conocido en manifiesto en que se atribuye previamente el éxito problemático de Brunete a determinada fracción, salvadora de España. Con el mismo criterio de partido se hicieron las operaciones del frente de Aragón a mediados de 1937, habiendo designado antes de las mismas incluso el alcalde de la Zaragoza reconquistada. "Ocioso es señalar más casos, se lee en dicho informe, para demostrar que el ejército se ha empleado en ocasiones como arma política y al servicio de la misma en detrimento de la propia guerra ...

"El ejército es más partidista que nunca, nuestros soldados y oficiales jamás rendirán lo que se espera de su valor y saber mientras el empleo de sus cualidades se supedite a una dirección política determinada y se persista, desde el órgano directriz de la guerra en alimentar influencias y mirar los problemas de la misma a través de sus alternativas de matriz.

"Colofón de todo ello es lo acaecido en el ejército de Extremadura, donde su jefe se ha dedicado exclusivamente a conseguir adeptos y a distribuír los mandos sin tener en cuenta sus cualidades, relegando a un término secundario la instrucción de fuerzas, la organización del terreno y la competencia de los jefes ... La destitución caprichosa, los atropellos y la supeditación de las unidades a los intereses de partido fueron la pauta de la conducta de un jefe que llevó a la descomposición el ejército" ...

Coincidimos también con esta apreciación final: "Estos hechos son de tal volumen y gravedad, por las consecuencias que de los mismos se derivan, que silenciarlos por nuestra parte y aun soslayarlos por el Gobierno es delinquir" ...

La consigna de la resistencia

Hablemos un poco de la resistencia, de la consigna de resistir siempre.

No somos los anarquistas los que hemos de aflojar, ni aun terminada la guerra, por la cuenta que nos tiene. Pero no queremos tampoco hacernos culpables de la aprobación de una consigna que no dice nada o que no se practica por los mismos que la pregonan.

No queremos entrar a detallar si los que hablan de resistir al enemigo van a resistir efectivamente hasta el final, o si hablan cuando tienen el avión disponible, ni queremos tampoco exponer nuestras legítimas dudas sobre la sinceridad con que se pregona por ciertos sectores esa resistencia "a outrance", mientras se apartan centenares de millones para colonizaciones en América con fugitivos. No queremos discriminar si los que tanto alardean de la resistencia tienen ya sus familiares y sus recursos contantes y sonantes en el extranjero, ni siquiera queremos saber si los autores de ese truco han gestionado en las cancillerías diplomáticas europeas algo que no concuerda con esa famosa resistencia.

Pero la política de la resistencia impone algunas condiciones previas que no podemos silenciar y sobre las cuales la visión de nuestros militantes que luchan y mueren no debe ser obscurecida con faramalla retórica.

1° Para resistir a las potencias ítalo-germánicas que proveen de armas y de técnicos, de materias primas y de hombres, nos hace falta una posibilidad de sostén económico. Ahora bien, los dos largos años que llevamos de guerra y la concentración de la población antifascista en las zonas leales han agotado absolutamente todos los recursos propios del país. No tenemos, pues, lo necesario para subsistir económicamente y para alimentar, con todas las restricciones imaginables, a la población de nuestro territorio. El hambre comienza a hacerse sentir de una manera angustiosa y todo indica que en el invierno que se avecina el malestar será de tal magnitud que dificultará en mucho la continuación de la guerra. La ayuda extranjera, después de haber agotado nuestras reservas financieras, es solamente una hipótesis, y con una hipótesis no podemos andamiar una resistencia que tiene que ser también resistencia física, de la población llamada al sacrificio.

2° Para resistir nos hace falta, igualmente, armamento o el instrumental y las materias primas imprescindibles para fabricarlo. No tenemos armamento ni municiones para una larga campaña ni tenemos fábricas ni materias primas para abastecernos por nuestra cuenta. La interrupción del tráfico mas o menos clandestino que se hace con la España leal en lo relativo a esta mínima provisión que nos llega, podría adquirir contornos de catástrofe irreparable e inmediata. No hay una sola garantía de que esa resistencia de que tanto se alardea podamos cimentarla, la en un estado de cosas que ofrezca perspectivas seguras.

3° Nada se sabe si queda o si se han agotado totalmente las reservas oro del Banco de España. Pero hacer un hecho que habla con elocuencia: Rusia ha adquirido los tejidos almacenados en Cataluña y otros productos por valor de muchos centenares de millones de pesetas, y se sospecha con razón que esas adquisiciones sirven como garantía de pagos. La política financiera del Gobierno de la República se ha llevado, desde que estalló la guerra, en un secreto que no se había conocido jamás en la historia, ni siquiera en los regímenes del despotismo imperialista. Nosotros, y suponemos que tampoco ningún partido político de los que intervienen en la cosa pública, no sabemos absolutamente nada de lo que acontece con nuestras finanzas, de su situación aproximada. Y para comprometernos sin objeciones en una consigna de absoluta resistencia, lo primero que habíamos de haber conocido y estudiado es la propia situación financiera. Con unas finanzas en quiebra, sin una cobertura metálica, en una palabra, sin oro, nuestro crédito comercial, debilitado ya por la hostilidad del mundo fascistoide, ha terminado, y con ello nuestras posibilidades de proveernos desde el extranjero (1).

(1) Por habernos considerado factor secundario se produjo el descalabro de octubre de 1934; por haber supuesto que la guerra podía hacerse sin nosotros, sin nuestro apoyo entusiasta y al margen de nuestras sugerencias y de nuestras observaciones, se fue derechamente a la catástrofe. Hay políticos, gobiernos, métodos, que se gastan en la acción. Y el gobierno Negrin estaba más que gastado al nacer, estaba podrido. Lo que nosotros sabíamos por un conocimiento aproximado de la situación, lo adivinaba el pueblo, que consideraba al equipo Negrin como un equipo de ladrones del tesoro público, responsables de una política de asesinatos inmotivados e irresponsables. De cualquier forma, incluso para la continuación de su política insensata, era preciso un cambio de los hombres que se habían destacado por su ligereza, por su insensibilidad, por su ineptitud, por sus francachelas de nuevos ricos. Pero además había que cambiar la orientación política totalmente, en el orden internacional y en política interior, y para ese cambio se requerían hombres de otro temple, de otra tradición y de otro prestigio.

4° La política de predominio comunista, más atenta a la dominación interna que a la consecución de eficaces victorias contra el enemigo, nos ha hecho llegar a esta situación sin contar con un ejército organizado, sin tener mandos capacitados para la gran misión que les incumbe en esta hora trágica. Habiendo sembrado la desmoralización y la desorientación en las filas de los combatientes por las injusticias continuadas y por los atropellos convertidos en ley en daño de los que no llevan el carnet de agente ruso, a estas alturas no tenemos un ejército organizado mas que en la "Gaceta". Solamente señalamos un hecho: mientras se ha organizado y equipado con las armas mas modernas a contingentes extraordinarios para servicios de orden público — carabineros, guardias de seguridad — la zona catalana no dispone de un ejército de reserva, lo que hace temer que una nueva ruptura del frente, sin tener a qué echar mano, para contenerla, pueda significar el fin de la guerra (2).

(2) En el "Boletín del militante", del Comité peninsular de la F. A. I., hemos insistido en diversas ocasiones sobre ese hecho grave de la ausencia de toda fuerza de reserva. Pronto iban los acontecimientos a evidenciar de una manera definitiva que nuestros temores se confirmarían al pie de la letra y les sobrepasarían incluso en la realidad.

El Comisario del grupo de ejércitos de la zona catalana, dirige con fecha 25 de agosto del año en curso, una larga exposición al Comisario general del ejército de tierra, de la que extraemos esta opinión y esta exhortación impregnada de sentido humano y de realismo: "Que los partidos y organizaciones se preocupen de manera fundamental de dar solución adecuada al problema del abastecimiento de la población civil. La mala organización actual tiene hondas repercusiones en el frente. Los soldados piensan que en sus hogares están pasando hambre y esta preocupación hace bajar su moral" ...

Un problema sin cuya solución no se puede ni se debe embarcar a este gran pueblo a ciegas en esa llamada política de resistencia, cuya debilidad hemos apuntado.

Auténticos partidarios de que la lucha continúe hasta lograr un fin victorioso, hacemos resaltar los puntos precedentes para evidenciar que son precisamente los cantores de la resistencia "a outrance" los que no crean las condiciones necesarias para que ésta sea posible.

Queremos que, al menos en nuestra militancia, curada de espanto por lo templada que está en la lucha, no adquiera categoría de mito una consigna derrotista como la de la "resistencia" a secas, y, concediendo crédito excesivo a los que la patrocinan, pierda la oportunidad de imponer las modificaciones imperiosas que exige nuestra causa para que la guerra termine de manera satisfactoria. 

Nuestra situación ha de mejorar y mejorará, pero a condición de que no nos entreguemos o sigamos entregados con los ojos vendados a los que, a falta de capacidad y buena conducta en su gestión, nos pretenden engañar con tópicos infantiles.

Los consejeros rusos

Una de las desgracias mayores para la buena dirección de nuestra guerra ha sido la invasión de los llamados técnicos militares o consejeros rusos. Tienen un total desconocimiento del terreno, una cultura militar que no rebasa la de un mediocre teniente alemán o francés, nociones más políticas que técnicas. Ante nuestros oficiales profesionales del término medio están muy lejos de sobresalir, y ninguno de esos consejeros admite una comparación con oficiales nuestros de cierta categoría.

Entre los informes de nuestras Secciones de información, podemos leer lo siguiente:

"Un oficial de aviación (omitimos el nombre que figura en el informe, por razones de prudencia), con motivo del desarrollo de las operaciones que dieron por resultado la pérdida de Teruel, cursó una denuncia en la que demostraba que la inhibición de nuestras fuerzas aéreas durante aquellas operaciones podía ser calificada de traición. La denuncia recibida por Prieto fue cursada a una comisión militar que, previa una amplia información acerca de los mandos de aviación, dictaminó que la inhibición de nuestras fuerzas aéreas en aquellas operaciones, había sido motivada por órdenes cursadas por los técnicos rusos enquistados en el comando supremo de las fuerzas del aire. Teniendo en cuenta que había aparatos suficientes para haber actuado, nuestro informante cree que los comunistas, especulando con la guerra para sus fines políticos, intentaron producir el descalabro para que, repercutiendo en el ministerio, produjese la caída vertical de Prieto" (1).

(1) Prieto había acabado por considerar molesta la intromisión de los rusos y se le atribuían propósitos de hostilización a esa ingerencia perniciosa. Eso no le exime de la responsabilidad de haber hecho posible el predominio ruso por su odio inveterado a Largo Caballero, a Cataluña a todo lo que no se le sometía.

Respecto a los mandos de la aviación y cómo estaba al servicio de una política extraña a la guerra, citamos uno de los casos que hemos presenciado de cerca. Fuerzas de la división Carlos Marx ejecutan con buen éxito un golpe de mano y se apoderan de la Ermita Santa Quiteria, una posición estratégica desde la cual se dominaba Almudevar, y con cuya posesión era posible una inmediata rectificación a vanguardia del frente de Aragón. El éxito de la operación inicial no era más que el preludio de grandes triunfos militares subsiguientes.

El enemigo se dió perfecta cuenta de la importancia de la pérdida que había experimentado, y se dispuso a reconquistarla a todo precio, con ayuda de la aviación, de la artillería y de sus fuerzas de choque. Se llamó a nuestra aviación en auxilio de los ocupantes de la Ermita. Tratándose del triunfo de una fuerza de orientación comunista, ese apoyo se daba por descontado. En cambio, la aviación sale de Sariñena, pero se dirige a Valencia, según órdenes recibidas. La Ermita hubo de ser, abandonada. Recordamos la indignación de los comunistas de la columna Carlos Marx. Ante nuestras quejas, el cónsul ruso Antonov Ovseenko nos declaró que el comandante ruso de los aparatos que habían negado su concurso había sido fusilado; pero no fue así.

La verdad es que la significación de la toma de Santa Quiteria y las operaciones inmediatamente posibles habrían significado una ruidosa victoria para los combatientes del frente de Aragón, con lo cual se afianzarían unas posiciones políticas cuyo asalto se estaba preparando.

Se ha puesto la dirección de la guerra en manos de esos emisarios. Nuestros mandos superiores y Estados Mayores tienen que obrar casi al dictado. Y las derrotas sucesivas, los derroches estériles de vidas humanas no han puesto coto aún a esa intervención extraña en nuestra guerra. ¿Hasta cuándo se quiere esperar para que ese elemento de corrosión y de derrota no siga adelante?

Los intereses de partido se crearon y desarrollaron sobre el chantage de la ayuda rusa son tan grandes y decisivos que el cambio de la dirección de la guerra supone instantáneamente la caída vertical y definitiva de todo un andamiaje político cuya aspiración totalitaria repugna al pueblo español.

Nadie está más agradecido que nosotros y nadie reconoce más generosamente la ayuda que los no españoles nos han ofrecido. Pero el caso de la ayuda rusa no es tal ayuda, es un negocio desde el punto de vista de la venta de armas, y es una intolerable hipoteca desde el punto de vista político. Podemos continuar el negocio, que interesa tanto a Rusia como a la España leal, pero la hipoteca no puede continuar, porque Rusia ha cobrado en oro todo lo que nos ha enviado, sin tener necesidad de regatear en cuanto a los precios. Hemos pagado todo lo que nos ha exigido. Quizás nos ha cobrado cien por lo que sólo vale diez. Pero este es otro asunto.

Los consejeros rusos no tienen calidad técnica para dirigir nuestra guerra, teniendo como tenemos militares españoles leales que pueden dar buenas lecciones de táctica y de estrategia a los generales, coroneles, comandantes y demás que nos ha enviado Stalin para enseñarnos a ganar batallas como la de Brunete, la de Teruel, la del derrumbe de los ejércitos del Este, Levante y Extremadura.

La dirección de la guerra

Recomendamos la lectura del informe escrito por el jefe de la Sección información de la 26 división, R. Busquets, 20 de abril de 1938, sobre el desarrollo de la ofensiva enemiga en los frentes del Este y sobre la situación derivada de la misma. Desde la primera a la última línea se deduce una lección terrible: "Nuestras unidades, nuestra organización militar y sus dirigentes, no tienen la necesaria agilidad mental ni material ... La solución está en dotar urgentemente a nuestro ejército de elementos, de medios, de mandos y dirección, al menos equivalentes en calidad a los soldados" ...

El mismo Comité nacional de la C. N. T., en documento elevado al gobierno por iniciativa nuestra, el 15 de marzo de 1928, hace resaltar esta deficiencia y lo poco que se hacía para remediarla.

Tenemos una masa de soldados que son superiores a sus jefes, y si no se repara esa situación, la guerra no puede terminar con nuestra victoria.

Por parte del Subcomité nacional de la C. N. T. se han elaborado en los días de la ofensiva facciosa en dirección a Sagunto y Valencia, unos informes militares que revelan conocimiento, comprensión y buena información. Leemos  en uno de ellos:

"¿Qué posibilidades tenemos en nuestro ejército para contrarrestar la acción ofensiva del enemigo y neutralizar su acción bélica llevándolo al terreno a que nos interese llevar la lucha? De material y de hombres nunca estuvimos tan bien preparados como ahora, pero nunca tampoco se hizo un empleo tan desastroso de todo ello como de dos meses a esta parte. Unidades enteras, como divisiones y brigadas relativamente bien armadas, se las emplea, cuando el enemigo ataca, de una manera frontal en sus ejes de marcha y muchas veces estas unidades son colocadas en terreno que no  reúne las características de un terreno preparado para la defensa. Esas unidades así empleadas se desgastan totalmente a los tres o cuatro días de intervenir en el taponamiento de los ejes de acción del enemigo. Ni una sola vez se emplearon divisiones y brigadas de reserva en el contraataque del flanco enemigo. Cada acción del enemigo se ha prestado maravillosamente a un contraataque por uno de los lados para cortar la marcha progresiva de los ejes principales del ataque."

Esos errores no los atribuye ese informe al propósito de perder la guerra, "más bien creemos, dice, en la incapacidad de las cabezas rectoras de este ejército" ...

Este mismo criterio es el que se deduce de millares de informes de mandos, jefes de Estado Mayor, comisarios, que obran en poder de nuestras organizaciones. Los consejeros rusos, únicos que tienen potestad en España para opinar y resolver en torno a la vida de centenares de millares de soldados españoles, son de un simbolismo infantil. Cuando una operación no resulta como ellos lo concibieron, se desconciertan, renuncian a toda iniciativa, y sólo la improvisación en el frente mismo de lucha resuelve en ocasiones la situación.

Y las doctrinas, los métodos, las órdenes de los consejeros rusos son las que traduce para nuestras unidades el general Rojo, jefe del Estado mayor central. El general Rojo no es un hombre a la altura de su misión y de su cargo. Y después de los desastres que tuvieron lugar desde que lleva ocupando la jefatura que detenta, era hora oportuna de una destitución fulminante, sin que eso implicase un delimitación de sus responsabilidades.

Sin embargo, basta por ahora. No hemos tocado sino una milésima parte de lo que sería preciso decir sobre la guerra, sobre su dirección y sobre las condiciones que son inevitables para ganarla. Pero lo dicho, no por nosotros, sino por documentos no rechazados que obran en los archivos de nuestras organizaciones, es suficiente para tomar una decisión. Y si la argumentación no fuese bastante elocuente, que se repase el mapa de la península y se verán los millares de kilómetros cuadrados que se perdieron durante la gestión dirigente de los actuales responsables de la política de guerra, y la cantidad enorme de ciudades que pasaron al enemigo, entre las cuales abundan algunas de suma importancia: Bilbao, Santander, Gijón, Lérida, Castellón, Teruel, Caspe, Alcañiz, Morella, Vinaroz, Balaguer, Tremp, Castuera" ...

Proponíamos al Pleno mixto a continuación la creación de una Comisión de orientación y de acción militar, integrada por el Comité peninsular de la F. A. I., por El Comité nacional de la C. N. T. y por las Secciones de defensa de las Regionales.

Esa Comisión orientaría sus trabajos en el siguiente sentido:

1) Propiciará un cambio completo de la dirección de la guerra y una remoción de los mandos que han intervenido en los desastres del gobierno Prieto-Negrin y luego del gobierno Negrin.

2) Trabajará el retiro inmediato de los consejeros rusos y su subordinación a los mandos españoles.

3) Propiciará la selección de mandos militares entre los comisarios y la restricción del comisariado, al cual habrían de dársele atribuciones más concretas.

4) Reforma radical del S. I. M., sin perjuicio de exigir las debidas responsabilidades a los autores o inspiradores de crímenes horrendos que han traspasado las fronteras y son comentados en las cancillerías europeas. El S. I. M. será empleado con preferencia en la zona facciosa y en Marruecos.

5) Serán revisados los ascensos y las sanciones aplicadas a partir de mayo de 1937.

6) Se gestionará la inmediata utilización de los mandos militares por su capacidad y no por su adhesión a un determinado partido.

7) Los mandos y comisarios que han ingresado en los partidos y organizaciones después del 19 de julio de 1936 serán forzados a optar entre la destitución y la renuncia a su afiliación.

8) Serán puestos a disposición del Ministerio de defensa nacional los carabineros, guardias de seguridad, agentes del S. I. M. en la retaguardia, emboscados de los partidos políticos, etc., que pertenezcan a los reemplazados pedidos.

10) Se crearán cuerpos de reserva con los organismos excesivos de retaguardia, batallones de retaguardia, etapas, fuerzas de orden publico, etc.

11) Serán separados los extranjeros de los puestos de responsabilidad en el ejército y en las fuerzas de orden público y servicios de información.

12) Se procederá a una inmediata depuración de los mandos de todas las unidades del ejército y del orden público.

13) Se organizará la guerra irregular como complemento de la guerra de los ejércitos regulares.

14) Se exigirán severa sanciones para los causantes o inspiradores de los asesinatos cometidos en el frente y en la retaguardia por motivos de partidismo.

15) Se trabajará por la intensificación de las fortificaciones, utilizando, si es preciso, contingentes de trabajadores pertenecientes a la población civil.

16) Se velará porque el reparto del armamento y los servicios auxiliares del ejército se hagan equitativamente a todas las unidades.

17) Coordinará los mandos del ejército de tierra, de las fuerzas del aire, de la flota y de los tanques.

Sobre estas bases y esta orientación, una Comisión mixta puede asegurar la unidad de acción y de interpretación de nuestro movimiento y dar un mínimo de satisfacción a los camaradas que luchan y mueren por la causa antifascista.

Leído a distancia, fuera ya del teatro de la guerra, que hemos perdido, parece imposible que el cúmulo de acusaciones graves que resumíamos en este informe, no haya merecido decisiones radicales, un cambio de la línea de conducta, una negativa de todo apoyo al gobierno que inspiraba o consentía ese estado de cosas en el ejército. Hasta tal punto se había hecho de la mentira, de la simulación, un arma política, que cuando se presentaba a los dirigentes de los partidos y organizaciones la verdad desnuda, se tapaban los ojos voluntariamente para no verla. Política de avestruces. Nuestros propios amigos temían la verdad y prefirieron dejarse adormecer por los cantos de sirena del negrinismo. Continuamos solos, una minoría restringida apenas al Comité peninsular de la F. A. I., al que sólo sostenía la persuasión de que la gran masa combatiente estaba con nosotros, de que el pueblo de la retaguardia pensaba como nosotros pensábamos. Pero a la altura a que habíamos llegado nos faltó la fuerza necesaria para afirmar con hechos nuestra actitud; todo vehículo hacia la gran masa nos había sido cortado por la presunta política de guerra, y hacia afuera, hacia el mundo exterior, hacia los que no podían adivinar nuestros esfuerzos, participando incluso en el equipo gubernamental de Negrin, la impresión de la unidad, del acuerdo armónico y solidario de todas las tendencias políticas y sociales, no dejaba lugar a ninguna duda.

Con la publicación de estos documentos queremos restablecer la verdad. No hemos derribado al gobierno Negrin porque no tuvimos la fuerza necesaria para ello, porque la confusión había debilitado a nuestro movimiento y lo había disgregado y dispersado, y porque aquellos hombres de otros partidos que coincidían con nosotros en la urgencia de un cambio de los timoneles del gobierno y de la guerra, se encontraban en las mismas condiciones que nosotros, aislados, vigilados como prisioneros, fuera de todo contacto con el pueblo e incluso con sus propios organismos de partido o de organización. Para todos ha sido la tragedia española de una crudeza espantosa, pero ha sido mayor aun para nosotros, que no hemos vivido con los ojos cerrados y nos hemos desgañitado anunciando el escollo hacia el cual nos dirigíamos a todo vapor, alegremente, en nombre de la política de la resistencia y en nombre de una victoria final próxima.


 

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